Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Para la mayoría de los habitantes de Guatemala es difícil imaginarse que tarde o temprano un porcentaje de nosotros llegaremos a cumplir 79 años.

Yo no me imaginé que llegaría a esa edad, especialmente cuando mi padre, un hombre mucho más fuerte y sano que yo, murió a los 74 años de edad.

Como el hombre pone y Dios dispone, cumplí 79 años. Cuando mis amigos me preguntan cómo estoy, con la franqueza que me caracteriza, les digo “viejo y achacoso, pero no baboso”.

Así es, estoy tan achacoso que en este último año he estado dos veces hospitalizado más de 20 días en el intensivo del Centro Médico y también en el intensivo del Herrera LLerandi más de 10 días.

Mis médicos son seis, los debo ver en su mayoría mensualmente: un nefrólogo, un cardiólogo, un diabetologo, un neumólogo, un urólogo y, mi amigo y principal consejero, mi médico de cabecera.  Adicionalmente, porque lo necesito, me acompaña 24 horas al día una enfermera, quien mide mis signos vitales cuatro veces al día y me recuerda que, por desayuno, almuerzo y cena, me debo de tomar 30 pastillas, de todos los colores, de todas las formas, para el corazón, para los pulmones, para los riñones, para la próstata y para un montón de otras cosas.

Si eso fuera poco, me auto inyecto cuatro veces al día y la señorita enfermera, que a Dios gracias tiene muy buena mano, me inyecta diariamente diferentes medicamentos, unos duelen más que otros.

Unido a ello, constantemente tengo que realizarme exámenes de sangre y de orina, ya tengo una buena relación con los técnicos del laboratorio del Centro Médico donde la recepcionista casi automáticamente sabe todo lo que me tienen que cobrar, de forma anticipada por los exámenes.

Por tanto, gasto más en médicos, medicinas y laboratorios de lo que gasto en comida, agua, luz, teléfono, cable de televisión, lavado y ropa. Ja, ja ja ja, así es la vida.

Cuando me reúno con los amigos, la mitad del tiempo hablamos de achaques; pero como ya dije, Dios me ha dado el privilegio de estar mentalmente al 100%, capacitado y con la experiencia acumulada puedo permitirme opinar, reflexionar lo que semanalmente hago en mi columna en el prestigioso Diario La Hora y en los Canales de televisión 3 y 7.

Para los que me escuchan, para los que me leen, es su derecho hacerlo, es su criterio aceptar mis opiniones o consejos.

Sé que no es popular hablar de la Canasta Básica Alimenticia, hablar de los salarios mínimos y de lo importante que es el que en una sociedad haya ecuanimidad.

Lo que he vivido y aprendido especialmente de Chile, país cuya economía es la mejor de América Latina, y para quienes se preguntan por qué eso es así, la respuesta es simple: porque el recurso humano está mucho mejor educado, hay suficientes profesionales universitarios, numerosos técnicos y todos los chilenos concluyen escuela primaria y la escuela secundaria; por tanto, la clase media es más del 85% de la población y las elites económicas, que como en todo país existen, son del 1 al 2%, con ideas socialmente progresistas porque saben que un pastel debe repartirse, debe compartirse.

Ojalá, en lo poco que me queda de vida, pueda ver un gobierno y una sociedad guatemalteca más humana, más ecuánime y por tanto más justa.

¡Guatemala es primero!

Continuará.

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