Factor Méndez Doninelli

Como lo anticipé en varios artículos publicados en este espacio, Guatemala es el único país de América Latina que no cumplió con las metas de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que eran compromisos asumidos por todos los países del planeta ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y que debieron alcanzarse en 2015. En tal sentido, si en algo nos distinguimos ante la comunidad internacional, es porque exhibimos los peores indicadores sociales, económicos, culturales y políticos que nos retratan como país subdesarrollado, por tanto, dependiente, atrasado y rezagado en materia de progreso y desarrollo social, o sea, bienestar de toda la gente y desarrollo humano.

Una de las metas principales de los ODM, era la reducción de la pobreza, en esta parte, como dice mi amigo Víctor Hugo Cruz, “quedamos como camote,” debido a que, tanto los informes internacionales como nacionales, reconocen que en Guatemala la pobreza aumentó, o sea, hoy hay más gente pobre que hace diez años, es decir, la clase media se redujo, lo que quiere decir que muchos bajaron su calidad de vida y los pobres aumentaron en número y profundizaron la miseria. Este dato negativo y otros más, vinculados al bienestar de la gente en procura del bien común, hacen ver el incumplimiento del país a la hora de rendir cuentas ante la comunidad internacional de Naciones. No cumplir con las metas, nos hace quedar mal parados y confirma la imagen negativa que se refleja en el exterior.

¿De qué sirven los esfuerzos de las élites y los lacayunos, que buscan y pagan miles de dólares para que “lobystas” extranjeros ayuden a mejorar la imagen de país?

Es responsabilidad de las elites harto conservadoras y de Gobernantes ineptos e indignos, la situación de deterioro social que con claridad se ve en los indicadores económicos, sociales, políticos y culturales negativos que Guatemala mantiene y que, aumentan los riesgos para amplios sectores de población vulnerable que carecen de condiciones dignas de vida. Las cifras oficiales son preocupantes, para mencionar algunos ejemplos, déficit habitacional que supera los dos millones, inseguridad alimentaria que provoca desnutrición crónica infantil padecida por 50% de niños menores de cinco años, elevadas cifras de mortalidad infantil, explotación laboral, bajos salarios, desempleo, explotación sexual comercial de menores de edad, analfabetismo, deserción escolar, mala calidad de la educación, difícil acceso a servicios de salud, escasez de medicamentos, violencias estructurales contra sectores sociales vulnerables, como los pueblos indígenas, mujeres, niñez, adolescencia y miembros de las minorías de todo tipo.

Y para decirlo coloquialmente, “corre y va de nuez”, la hoja de ruta de los ODM culminó en 2015 al hacer el balance de país sobre las metas cumplidas o incumplidas, luego, la ONU resolvió impulsar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) con metas que deben estar cumplidas en 2038. Hace pocos días, el Gobernante Jimmy Morales durante un acto público, firmó el compromiso de Guatemala para cumplir con las metas de los ODS. Es muy prematuro anticipar un criterio concluyente, sobretodo porque muchos de nosotros ya no llegamos a ver dentro de veinte años, el siguiente examen del país, pero si en dos décadas las condiciones antes descritas no han cambiado, entonces se podría saber que volveremos a “quedar como camote.”

Guatemala es conocida por violar Derechos Humanos y por no honrar compromisos internacionales, otro ejemplo, tampoco ha cumplido con acatar sentencias de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. ¿Entonces?

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