Así como la ciudadanía apreció el trabajo y la forma de comportarse de los titulares de la Comisión Internacional contra la Impunidad, Iván Velásquez, y del Ministerio Público, Thelma Aldana, puede afirmarse que existe un amplio y muy completo reconocimiento al Juez Miguel Ángel Gálvez Aguilar, a cargo del Juzgado B de Mayor Riesgo que conoce de los más importantes casos de la corrupción que nos tiene hundidos en el atraso y subdesarrollo, sin esperanzas de que el Estado pueda cumplir sus fines esenciales.
El procedimiento que en su contra realizó la Junta de Disciplina del Organismo Judicial recuerda al que en su momento esa misma instancia emprendió contra la Magistrada María Eugenia Morales a instancias del bando controlado por Blanca Stalling en la Corte Suprema de Justicia. Y es que esa junta no mueve un dedo contra los juzgadores que tienen vínculos con los grupos promotores de la impunidad, pero se muestra muy diligente para sentar en el banquillo a los jueces, de los que afortunadamente hay bastantes, que no se prestan a los juegos perversos que prostituyeron nuestro sistema judicial.
El Juez Gálvez, como le llamamos todos los guatemaltecos, no es una persona extraordinaria sino simplemente un hombre honrado que entiende el sentido del deber y que se comporta con ética y responsabilidad. Claro está que dadas las condiciones existentes en el país, ese tipo de personas parecen absolutamente fuera de serie porque socialmente nos hemos ido acomodando al sistema y no valoramos a las personas que rompen con el molde de la corrupción. Sabemos que hay varios juzgadores que se sienten comprometidos únicamente con el derecho y que tratan de cumplir con su función sin atender interferencias ni dejarse doblegar por las presiones. Puede que no sean la mayoría en el Organismo Judicial, pero seguramente son más de los que nos imaginamos y por ello es que se producen ejemplos como el de Miguel Ángel Gálvez y de Claudia Escobar, gente que no se arruga a la hora de tener que anteponer sus principios.
No debemos ni podemos permanecer indiferentes ante el trabajo de este buen juez. Ayer explicó con detalle las complicaciones enormes que tiene en el desempeño de la función por la magnitud de casos con numerosos acusados que están bajo su jurisdicción, pero contra viento y marea, pero sobre todo contra el ataque inmisericorde de los corruptos, el Juez mantiene su compostura y sigue administrando justicia apegado simplemente a la norma jurídica. Miguel Ángel Gálvez es un ejemplo como Juez, pero también es un gran ejemplo como ciudadano.