Aroldo Pérez Canto
@perezaroldoo

El sistema predominante racista en Guatemala, ha controlado la política, economía, administración y hasta lo que se enseña en las escuelas, sobre una mayoría que lo constituyen los pueblos mayas. Esto ha causado que hayamos ido perdiendo nuestras tradiciones, idiomas, tierras, la mayoría vivimos en condiciones de explotación, pobreza, pobreza extrema y tenemos mínima y no proporcional representación en los organismos de Estado. Si los guatemaltecos no mayas dejaran de autoafirmarse negándonos, tal vez se podría construir un mejor futuro para ambos pueblos. Me dan esperanza algunas situaciones, algunos amigos no indígenas están apreciando los trajes regionales mayas, otros están interesados en aprender un idioma maya, otros piden la inclusión de los pueblos indígenas en las decisiones del Estado.

Si los indígenas mayas urbanos nos interesáramos más por saber de dónde venimos, si tuviéramos acceso a una mejor educación pública, podríamos descubrir cosas que harían valorar nuestro origen y retomar elementos de nuestra cultura. En las áreas urbanas nuestros padres intentaron protegernos del racismo, teniendo que camuflarnos o negando nuestra identidad, siendo las mujeres quienes más han enfrentado al sistema, las que más han luchado por la cohesión e identidad de grupo y sin doblegarse tan fácilmente como sí lo hemos hecho los hombres.

En la universidad vi como algunos compañeros ocultaban sus apellidos mayas o a sus familiares, algo que también reconozco haber hecho alguna vez por ignorancia, por encajar, por cobarde y es algo de lo que me avergüenzo, me llevó tiempo tomar conciencia de mi identidad. Hay un libro recomendable que retrata varios casos en donde se evidencian algunas situaciones que enfrentamos los mayas en las zonas urbanas, se llama “Ser indígena en ciudad de Guatemala”, de la antropóloga mexicana Manuela Camus.

Actualmente el sistema predominante no protege nuestro patrimonio cultural prehispánico, no quiere llevar a la justicia a los responsables de crímenes de lesa humanidad en contra de comunidades mayas. El Gobierno está en función de desconocer las consultas comunitarias y ceder nuestros recursos naturales a compañías extranjeras asociadas con la oligarquía guatemalteca. Hoy más que nunca debemos organizarnos, por ejemplo no existe una organización que aglutine a los residentes mayas de la capital, debemos comunicar más, buscar una mayor representación en el Congreso, porque sin mayores cambios tendríamos que buscar la autonomía.

En tiempos de la conquista el reino quiché era gobernado por un consejo formado por cuatro oficiales, el Ajpop que era el título máximo, «el rey», luego estaba el Ajpop K’amja que lo asistía o sustituía de ser necesario, ambos máximos representantes de la casa de los Nima K’iche’; luego seguía el Q’alel que era el puesto más alto de los Nijayib’ y que probablemente tenía funciones judiciales y como vocero, representante máximo de los Ajaw K’iche’ estaba el Atzij Winaq que era el cuarto integrante. Mis ancestros son Q’alel. De hecho, todos los indígenas de Guatemala descendemos directamente de los mayas, el antropólogo holandés Ruud Van Akkaren ha expuesto que han encontrado nuestros apellidos en los monumentos mayas clásicos. Ya es tiempo de dejar de negarnos.

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