Lic. Douglas Abadia C.
douglas.abadia@gmail.com

Guatemala es un país hermoso, pero a la vez desigual entre los miembros de su población, existe el racismo, discriminación, marginación, vulnerabilidad, asesinatos de alto nivel como asesinatos por temas pasionales, contaminación ambiental, crisis política y, sobre todo, anarquía entre otros aspectos negativos que abundan en la tierra del quetzal.

En verdad, me he cuestionado de qué manera los habitantes de Guatemala logramos acostumbrarnos a la cotidianidad nefasta de la realidad. Es un país tan rutinario, tan predecible y sobre todo tan atípico que le hemos categorizado con otros colegas de las ciencias sociales como el país de «Alicia y las maravillas».

En el país de Alicia y las maravillas, la ficción se vuelve realidad, solo en Guatemala han encarcelado a un perro de raza pastor alemán llamado Balú, por el caso del asesinato de Monseñor Gerardi; solo en Guatemala se dejan las cosas a última hora; solo en Guatemala la corrupción es cada vez mayor; solo en Guatemala la población no reacciona para exigir sus derechos y mejoras al sistema político pues somos llamarada de tuza, menos en la coyuntura del Bono 14 donde abundarán las compras irracionales y desmedidas, trayendo como consecuencia largas colas para empeñar sus objetos recién comprados en las casas de empeño, por cierto estas casas de empeño hacen lo que quieran con las personas, sus excesivos intereses y las reglas del juego son totalmente injustas y únicamente benefician a sus propietarios.

Solo en Guatemala se encarcelan a ladronzuelos y se dejan libres en las calles a delincuentes de cuello blanco, el caso de la gallina robada y los millones del erario público constituyen el mejor ejemplo de esta injusticia.

Finalmente, solo en Guatemala los derechos humanos se exceden defendiendo al victimario en detrimento de la víctima; así es estimado lector (a), a criterio personal y sin afán de ser pesimista y fatalista, considero que Chapinlandia será peor cada día, pues en dicho país las personas se reproducen como cuyos trayendo infantes a ser obreros y a reproducir el circulo vicioso de nunca salir adelante en la vida.

Mientras tanto, sigamos endulzando el oído con la publicidad de una empresa de gaseosas que a través de canciones fúnebres que calan en el corazón para conmovernos y así crear una Guatemala «diferente», creo con humildad que esta creación de ciudadanía artificial causa más daño que beneficios, lo que se afirma en dicho anuncio musical siempre ha sucedido; en Guatemala existen personas que luchan a diario por superarse y se han constituido en ejemplo a seguir no solo en EE. UU. o en el extranjero; también en nuestra tierra han triunfado varios personajes rompiendo el refrán de que «nadie es profeta en su propia tierra».

Mientras tanto vidas van vidas vienen, y Guatemala sigue estando rezagada en los índices de desarrollo humano, en la lucha contra el analfabetismo, en la lucha anticorrupción, en erradicación de la pobreza, en la balanza comercial, en el futbol, en la música; en fin, cero avances sustantivos que impacten, solo medidas cosméticas y chapuces abundan en la tierra del quetzal.

Me imagino que más de alguno de los lectores se molestará con esta columna, pues se plasma la realidad de nuestro país, el objetivo es mostrar lo mal que estamos y la falta de rumbo que tenemos como sociedad, a mis 36 años puedo afirmar que se me ha pasado la vida viendo a Guatemala ir en caída libre hacia el abismo y lo más lamentable es que es casi imposible evitar dicha caída.

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