Marco Tulio Trejo Paiz

Nuestra urbe capitalina y otras ciudades del resto del país están como a tronar a consecuencia de los millones de vehículos que circulan en horas del día y de la noche.

Para recorrer con los patas de hule algunas cuadras las vías citadinas se pasan entre hora y media y peor en las horas «pico», lo cual demora demasiado tiempo a la gente que tiene prisa para salir hacia los lugares de su origen o al trabajo.

Son insoportables los atascos de automóviles, camionetas, camiones, «trailers», picops, motocicletas que «culebrean» exponiéndose los conductores a convertirse en sándwiches…

Conversábamos hace unos días con el conductor de un tráiler como de media cuadra de largo que circula en los países del istmo centroamericano, incluso Panamá, y nos decía que esos pesados gigantes obstaculizan las vías citadinas y aún las carreteras, pues provocan tedio y lentitud respecto de la correntada de carcachas que los siguen.

Yo sugiero, dijo nuestro interlocutor, que no deberían permitir la entrada de tales trastones a las ciudades, sino dejarlos en la periferia para evitar los congestionamientos.

En México era terrible la circulación de tantos vehículos en el Distrito Federal y en otras ciudades del país, pero en lo posible fue normalizándose la situación.

A lo mejor a estas fechas la importación de los automotores de todo tipo ha vuelto a provocar serios problemas.

Aquí, en esta tierra del quetzal y del dólar de los dolores, así como de la violencia que a diario viene cobrando numerosas víctimas, entre hombres, mujeres y niños andamos muy mal…

Las cosas del tráfico van de largo porque no se adoptan medidas eficaces.

Los atascos son ya inaguantables y originan tremendos problemas a la sociedad, sobre todo a quienes tienen como materia prima los arritrancos, de los cuales, según se sabe, son importados alrededor de 80 mil mensualmente, nuevos y usados, también robados por los «onorables» robacarros…
Es preferible caminar a golpe de caite o al trote de borrico, dice sarcásticamente Juan Pueblo, que es partidario de la mano dura.

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