Alfredo Saavedra

Desde Canadá.– La izquierda israelí logró congregar a miles de personas en Tel Aviv, recientemente, en una manifestación con el lema «Dos naciones una esperanza: en contra de 50 años de ocupación», para rechazar medio siglo de ocupación de los territorios palestinos. La protesta, liderada por la ONG pacifista israelí Shalom Ajshav (Paz Ahora), reivindicaba con eslóganes escritos y gritados que «cincuenta años es suficiente» y «judíos y árabes se niegan a ser enemigos».

El párrafo anterior corresponde a noticia de cable, que destacó esa manifestación, en evidencia que en el mismo pueblo judío hay resistencia contra la ocupación de Israel en el territorio de Palestina, demostración de un principio de justicia por parte de un importante segmento de la población y que expone una expresión de ecuanimidad de los israelíes consecuentes con una realidad indiscutible.

La ocupación de Palestina tiene un origen histórico, basado en lo que visto desde una perspectiva de enjuiciamiento de la religión, resulta una anomalía que muy bien puede calificarse dentro de la categoría de un fraude. Veamos el origen de esta propuesta:

“La tierra prometida” el antiguo Canaan, ahora Palestina, un territorio habitado en esa antigüedad por los filisteos, moabitas, amalecitas y probablemente los amorreos, en una dimensión que abarcaría  lo que la ocupación británica  de finales del siglo 19 denominaría el West Bank. Canaan habría tenido habitantes fundadores provenientes del archipiélago del mar Egeo, en tiempos remotos, tal vez, ¿antes de la Creación?

Pero Abraham, “el amigo de Dios”, recibiría por mandato de Jehová ese territorio conforme el relato bíblico asignado en el Génesis, del Pentateuco conformado en los cinco libros que en el rito judío configuran la Tora y cuya discutible autoría se le atribuye a Moisés, aunque eruditos en la materia deducen que esa parte de la Biblia y los contenidos del Antiguo Testamento se supone escritos por una secuencia de autores desconocidos a lo largo de los cuatro mil años cubiertos por esa etapa histórica. Un mosaico que autores de renombre atribuyen a la tradición oral de su tiempo o escritos originados en un idioma hebreo antiguo con sucesivas modificaciones y en relatos desperdigados que se les dio unidad con el correr del tiempo.

En reciente confrontación entre palestinos e israelíes, en una protesta por la invasión de territorio palestino con las construcciones habitacionales ordenadas por el premier de Israel Benjamín Netanyahu, una mujer judía gritaba “Esta tierra nos fue dada por Dios”, en concepción, conforme el texto bíblico, sostenida por un gran sector de la población israelí, razonable desde el punto de vista de la teología con base en el otorgamiento que Jehová hizo a Abraham, patriarca por igual de judeo-cristianos que de musulmanes.

Pero resulta que la válida interpretación epistémica*, le confiere a eso, dentro del contexto jurídico, un acto de despojo, usurpación o apropiación ilegal, por lo que la ocupación de Palestina en su totalidad, resulta una anomalía dentro de los intereses políticos del momento para la rapiña territorial, atribuida a Dios por los escritores de la Biblia, que ningún favor le hicieron a su Creador, responsable del incesto de Lot, el adulterio y crimen del Rey David, el homicidio en Egipto perpetrado por Moisés y otras maldades que el erudito inglés Christopher Hutchens, calificaría de “crueldades del Antiguo Testamento.”
* El vocablo epistémico, es una voz nueva que equivale a epistemológico.

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