Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Es común que en Guatemala se diga que una persona es diplomática cuando se expresa sobre cualquier tema con cuidado, con educación y con respeto.

De conformidad con la Convención de Viena y las normas y costumbres que a nivel mundial utilizan quienes son miembros del cuerpo diplomático, estos no deben referirse o intervenir en asuntos internos de los países donde se encuentran acreditados y así evitar comprometer al país que representan o convertirse en persona “non grata”.

Una persona educada, ya no digamos un diplomático, especialmente con el rango de embajador, no puede, no debe utilizar un lenguaje que ofenda a un funcionario, a un miembro de cualquiera de los tres poderes que integran el Estado, en su actuar público o personal.

Histórica y lamentablemente ha habido miembros  del cuerpo diplomático que se han permitido intervenir, proponer, inclusive requerir acciones en el país donde están acreditados violando su status diplomático y su educación.

Personalmente no conozco al actual Embajador de los Estados Unidos acreditado en Guatemala, desconozco su preparación académica, ignoro su preferencia sexual, sus ideas políticas, económicas o sociales. Sí coincido con numerosos periodistas y columnistas que han criticado varias de sus actuaciones, especialmente considero bochornosa su conducta al decir que en el Congreso de la República de Guatemala hay cuatro idiotas porque cuatro diputados, de los cuales solo conozco a uno de ellos, suscribieron un contrato de cabildeo con una reconocida firma de abogados en Washington. Esta actitud no es procedente en un diplomático.

Tanto el Presidente del Congreso como la Viceministra en funciones a cargo de la Cancillería en ese momento, debieron haber sido precisos y categóricos en rechazar esa conducta, por cuanto la misma es improcedente y ofensiva.

Si bien es cierto que el Embajador está a punto de concluir su periodo En Guatemala, eso solo implica que con mayor razón debe saber respetar a todos los guatemaltecos, a los funcionarios de gobierno, a las personas que el pueblo de Guatemala eligió.

“Un americano feo” es quien en lugar de enaltecer a su país lo menoscaba.

Guatemala es un país pequeño, pero es una democracia soberana, imperfecta pero merecedora que todos los miembros del cuerpo diplomático le respeten.

Históricamente los embajadores de Estados Unidos han sido distintos, la mayoría de ellos han sabido conducirse, han planteado de forma diplomática las opiniones de su país, han buscado, como lo hace permanentemente el Departamento de Estado norteamericano, que se adopten políticas que satisfagan sus intereses, pero no pueden ni deben pretender que nuestra Constitución Política y leyes se adecúen  a su conveniencia.

Algunos pocos embajadores han sido muy afines a grupos de poder local y prueba de ello es que alguno de  esos grupo de poder los han despedido con manifestaciones y recepciones multimillonarias.

Lo correcto es que los miembros del cuerpo diplomático sepan conducirse respetando la convención de Viena y no siendo patanes.

¡Guatemala es primero!

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