Hay un relajo por el amparo provisional que dictó una Sala de lo Contencioso Administrativo en contra del Depósito Aduanero Temporal que se otorgó a la Empresa Portuaria Quetzal y a la Terminal de Contenedores Quetzal.

Todo esto ha sido parte de la forma en que el Estado se ha puesto de alfombra para «honrar» un negocio por el que se pagaron treinta (TREINTA) millones de dólares en coimas, como le han querido decir de manera elegante a la mordida, moco, soborno o como le dé la gana a la gente llamarlo.

Hay un grupo de empresas que piden el mismo trato que se le ha otorgado a TCQ en las inspecciones selectivas que realiza la Superintendencia de Administración Tributaria que, al igual que otras instancias del Estado, parece que han sentido una gran lástima por los «pobres» empresarios que «fueron sorprendidos» en una operación con millones de dólares escondidos para comprar voluntades.

Hay que recordar que, para llegar a estar en igualdad de condiciones, estas empresas que han interpuesto el recurso tendrían que pedir también que el Ministerio Público y la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala se pongan de su lado para impulsarlos, que les nombren a un interventor que defienda los intereses de quienes sobornan, que la Procuradora General de la Nación sea su servil operadora y que en general el Estado se someta a cumplirle a los corruptos. Así de sencillo.

Todos estos problemas tienen su origen en la terquedad de querer suponer a la fuerza que es legal una operación que nació, ha crecido y sigue siendo un ejemplo de la ilegalidad, la inmoralidad y la traición a los intereses del Estado.

¿Dónde estarán todos los que hablan de la soberanía y de los intereses de Guatemala por cualquier tontera, pero que no se indignan al ver que peor que piñata han agarrado el tema de TCQ para proteger intereses oscuros?

Haber corrido como hizo el operador de APM y en aquel entonces interventor, Alexander Aizenstatd, con tal de honrar y asegurar el negocio comprado a mordidas a la mega empresa mundial propietaria del proyecto, genera este problema y seguirá generando otros porque es un negocio formado en la ilegalidad y la corrupción.

Ojalá que alguien abra los ojos para darse cuenta que por mucha lástima que les dé, si es que alguien fue agarrado de tonto al hacer el negocio, la ilegalidad no se compone con chapuces como los que se han venido haciendo. Sigue siendo, a pesar de los esfuerzos, un asqueroso y sucio acto de corrupción.

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