Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Hoy en la ciudad de Nueva York el Comisionado Internacional contra la Impunidad en Guatemala, Iván Velásquez, presentará su informe a los países que han contribuido con ese especial proyecto que impulsó Naciones Unidas a petición de Guatemala, para emprender una lucha contra los vicios de impunidad que tanto daño le han hecho al país. No será parte del informe oficial, desde luego, el tema del cabildeo que se ha contratado para influir en políticos de Washington para que Estados Unidos deje de aportar recursos a ese esfuerzo que abrió las puertas en Guatemala para un cambio que puso a temblar a los poderes reales que están acostumbrados a vivir en un sistema que ellos mismos diseñaron y perfeccionaron para asegurarse que pueden actuar a sus anchas sin temor a consecuencias.
Pero la verdad es que esta reunión en Nueva York, en la sede de Naciones Unidas, tiene un significado muy especial porque ocurre cuando se conjugan todas las fuerzas para escabecharse a la Comisión y se prepara el terreno para enterrar, de una vez por todas, esa lucha contra la corrupción y la impunidad. La ausencia del presidente Morales es significativa, puesto que refleja cabalmente la actitud que tuvo el presidente Pérez Molina cuando sintió que el trabajo de Velásquez estaba sobrepasando lo que los grupos de poder esperaban de él. La idea, según esos grupos, era que Velásquez fuera otro comisionado estilo Dall’Anese y que se entretuviera pasando el tiempo mientras cobraba un importante salario. Pero resultó que el colombiano era de otra cepa y por lo tanto su trabajo fue muy distinto.
Y contó, además, con la colaboración de la fiscal general Thelma Aldana, quien se sumó con vigor a la lucha para investigar la corrupción y combatir la impunidad. Ellos dos estarán hoy en la ONU hablando de sus logros, pero sin duda que deberán mencionar también los riesgos de que todo termine sin mayores consecuencias.
Justamente es lo que esperan esos poderes fácticos en el país. Saben que el año entrante Aldana termina su mandato y no buscará una reelección que jamás podría obtener. Se aproxima el fin del mandato de la CICIG y con ello los que guardan prisión en el Zavala o el Cuartel General, empezarán a ver la luz al final de su propio túnel mientras los que temen ser investigados volverán a respirar a sus anchas sabiendo que no habrá nadie que se ponga a indagar por qué vendieron algo sobrevaluado o por qué pagaron mordidas para hacerse de algún negocio. Guatemala volverá a la normalidad, la actividad económica se recobrará plenamente ya sin esos temores que, cínicamente, admiten ahora como causa del estancamiento de la economía y de la gestión pública.
En el 2015 veíamos con optimismo el futuro del país pensando que el precedente de la lucha contra la corrupción obligaría a reformas profundas para acabar con vicios del sistema. Hoy, apenas dos años después, vemos que aun siendo idiotas, los operadores de los poderes ocultos han sido exitosos y han afianzado ese sistema con sus vicios y el panorama se vuelve pesimista.