Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

No tenemos que andar haciéndonos los tarugos porque el panorama está suficientemente claro. Todo lo que se dijo de que el cabildeo contratado por intereses ocultos mediante cuatro diputados que prestaron sus nombres era para hacerle la camita al embajador de los Estados Unidos fue pura finta, porque es sabido que el diplomático termina su misión en Guatemala en poco tiempo al cumplir tres años al frente de la Embajada. El verdadero objetivo que se persigue es totalmente distinto, puesto que la apuesta está centrada en lo molesta que resulta para algunos esa lucha contra la corrupción y contra la impunidad. Vicios muy útiles para mantener un sistema tan rentable para ciertos sectores.

La Fiscal General Thelma Aldana ha anunciado que no buscará la reelección, lo que deja el campo abierto para que el Presidente Morales pueda acomodar al Ministerio Público a la línea política actual de consolidar el modelo de esa corrupción “normal y educativa”. Quien todavía tiene un par de años por delante es el Comisionado Iván Velásquez con la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala y el objetivo claro, concreto y preciso es ponerle fin a la “intromisión” extranjera que vino a provocar tantos sobresaltos. En ese afán se unen muchos y variados intereses que van desde los del crimen organizado hasta los del crimen de cuello blanco, pasando desde luego por los que están ya enfrentando procesos por culpa de la CICIG.

En las condiciones actuales hubiera sido un suicidio para la Fiscal General pensar siquiera en la reelección porque está clarísima la actitud que hay hacia ella y su trabajo en las esferas de poder. La cumbre en Miami para hablar de la Alianza para la Prosperidad no dejó lugar a duda alguna. Lo mismo puede decirse de otro personaje “molesto” por el trabajo que ha hecho, el Superintendente de Administración Tributaria, SAT, cuyas acciones fueron frontalmente cuestionadas por el mismo Presidente en la entrevista que concedió a La Hora y tenemos que entender que la contrapartida local al esfuerzo de la CICIG ha estado centrado precisamente en las figuras de Aldana y Solórzano Foppa.

De suerte que en los próximos meses continuará la campaña para irles bajando el perfil y golpearlos, pero debemos entender que las baterías más pesadas y gruesas estarán dirigidas con precisión hacia la Comisión Internacional Contra la Impunidad que consideran como una “afrenta para la dignidad de los guatemaltecos bien nacidos”, es decir quienes hoy representan a aquellos mismos que en el 54 y en los años subsiguientes no solo aceptaron de buen grado la intervención de la CIA sino que la buscaron afanosamente.

Hace meses escribí que era evidente que el litigio malicioso para entorpecer los procesos contra la corrupción tenía la finalidad de ir postergando cualquier fallo hasta que se dieran las condiciones perfectas, es decir, que nuestra ancestral amnesia histórica hiciera su trabajo y que se cumplieran los plazos para que Aldana y Velásquez estuvieran fuera del panorama nacional. Lo primero, lo de la amnesia, ya está siendo notorio y lo segundo es cuestión de paciencia y de ataques bien orquestados.

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