Alfonso Mata

Los países desarrollados, los extractos económicos más altos de las sociedades del mundo, consumen más de la mitad de los productos alimentarios y materias primas actuales, y existe un peligro cada vez más eminente de escasez mundial, que sólo intensificando la exploración y explotación y buscando materiales que sustituyan lo que se va agotando, se podrá llegar a proteger los recurso limitados y prolongar el tiempo de su aprovechamiento.

Las causas de esas inequidades entre grupos y naciones se han discutido mucho en foros internacionales, siendo la realidad que todo ello, es el resultado de una muy compleja interdependencia de factores y de su evolución, que fija no solo límites al desarrollo sino que genera conflictos humanos; sin embargo, todo parece girar alrededor del comportamiento de tres grandes dimensiones: acceso a materiales primas y su agotamiento, explosión demográfica y degradación del medio ambiente. Dimensiones que se configuran dentro de una sociedad cargada de desigualdades en oportunidades de acceso, consumo y utilización.

Los modelos de desarrollo que se han propuesto, justificando e indicando cambios en esas dimensiones, si bien han provocado la toma de conciencia sobre los problemas, no han generado los cambios necesarios. En nuestro país por ejemplo, asegurar el abastecimiento de alimentos a la población, constituye en problema de mayor trascendencia desde todas las dimensiones: ambiental, social, política económica y condición previa de un abastecimiento a largo plazo, para asegurar la disponibilidad y el acceso.

Estadísticas, análisis y pronunciamientos, llenan las actas de sesiones, reuniones, nacionales y regionales, pero a la vez se acompañan de malas perspectivas para cambiar la realidad. Guatemala por ejemplo, necesita con urgencia de política alimentaria para todos, como se deduce de las cifras de consumo: deficientes dietas en muchos, que proporcionan carencias o excesos en macro y micronutrientes y una producción inadecuada de alimentos, que conduce a inseguridad relacionada con acceso y consumo y a una demanda sin que exista suficiente poder adquisitivo, que deja al margen a una buena cantidad de población y vuelve a la nación, dependiente de suministros procedentes de fuera.

Por todo ello, las perspectivas de un desarrollo humano adecuado y sostenible no son halagüeñas y, por lo tanto, el desarrollo de nuestra economía y sociedad tampoco, y esas limitaciones nos constriñen cada vez más, adquiriendo un valor político y económico, que nos está llevando a una confrontación a la vuelta de la esquina, ante los límites que hemos impuesto al desarrollo de la mayoría y no obstante que todos vemos venir eso, aun carecemos de políticas y acciones claras, que nos permitan asegurar accesos y abastecimientos en lugar de andar dando asistencias como solución, lo cual solo es un paliativo y no solución a largo plazo del problema de acceso y consumo, material y humano, para lo que se necesita combinar diferentes medidas, descubrir nuevas y diferentes modalidades de incorporar económica y productivamente a los marginados no de mantenerlos “asistiéndoles”. El centro del desarrollo es impulsar las potencialidades humanas, recuperar y reintegrar una economía y sociedades rurales y urbanas marginales, a una situación nacional. Solo esa integración nacional, puede sacar adelante un estado permanente de apremio en todos los aspectos de la vida de una mayoría; eso significa lucha por construir una sociedad más acorde a nuestros valores y con igualdad de oportunidades.

Si resumimos algunos de los resultados de las investigaciones de desarrollo nacional, nos daremos cuenta que se han descubierto aspectos socioeconómicos de considerable importancia que nos limitan, sin que eso se haya acompañado de acciones; que se han aplicado y perfeccionado métodos de considerable importancia en la extracción y producción de materias primas que aumentan productividad, rendimientos y disminuyen costos los cuales tampoco se aplican. Eso ha hecho posible dilucidar cuestiones de detalle político y social, que permiten preparar la convergencia entre técnica y democracia; desafortunadamente no solo se trata de trasmitir un nivel de conocimiento sobre todo ello, sino de actuar, y eso solo se puede lograr a través de reformas políticas y económicas que implica poner coto a los excesos, prácticas delictivas y monopolísticas, acompañadas de mejora a los medios que permiten el acceso no solo material sino de los derechos humanos fundamentales a la mayoría.

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