Juan Antonio Mazariegos G.

Muchas veces pensé que las redes sociales en Guatemala se convertirían en el canal de participación adecuado de un pueblo que no sale a protestar si no hasta que le revientan la paciencia. El guatemalteco puede competir con ventaja contra cualquier otro pueblo en aguantar, en ver para otro lado o en dejar que se aprovechen de él hasta donde el abusador más avanzado no lo pueda ni creer.

Nobleza, desinterés, apatía, cualquier calificativo cabe para tratar de entender el por qué aguantamos tanto sin rechistar. Una excepción a esa apatía lo constituyen las redes sociales, allí sin empacho, nos golpeamos el pecho, descalificamos, reñimos, nos burlamos, destruimos o simplemente somos hostiles con cualquier cabeza que se levante un poco para disentir o externar una opinión siquiera un poco disidente o contraria a aquello que según “alguien” es lo que debemos opinar o combatir.

El manejo de la opinión pública ya no se logra con el convencimiento o sembrando ideas o argumentos, se obtiene con sembrar la duda o el cuestionamiento y si lo hacemos bien la jauría acudirá presta a descalificar, todos son malos hasta que en Twitter no se diga lo contrario, más vale sembrar desconfianza que plantar razones, por ese camino vamos hacia un escenario en donde tarde o temprano se juzgará como corrupto, ladrón o engendro del diablo a quien no piense como piensa la mayoría de los tuiteros o productores de likes.

El problema alrededor de ese futuro, a mi juicio, se concentra en que la radicalización y unificación de la opinión, sin respeto o valor por otras opiniones contrarias no crea democracia si no amalgama dictadura.

Tómese el tiempo para analizar los titulares de los diarios escritos o los hashtag de los principales medios de comunicación en redes sociales, radio o televisión, la ecuanimidad o el beneficio de la duda simplemente no venden, si quiero atraer a los tiburones, no debo de lanzar análisis objetivos al agua, debo de derramar gotas de sangre y así obtendré la audiencia o el tráfico que me permita vender anuncios.

Lo más delicado del desgobierno en que vivimos hoy en día en el País, es que la ausencia de poder no existe, todo vacío rápidamente se llena, solo cambia de manos el control y hoy una lucha de posiciones, ideologías, intereses o como queramos llamarle se disputa esos espacios de poder. Tengamos la habilidad de entender que con ninguna posición radical o de extremos el país saldrá ganando y que en la diversidad de opiniones, ideas diferentes y en el respeto a las mismas se encuentra el equilibrio que nos puede dar una oportunidad como Nación.

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