Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

Dentro del sistema democrático de gobierno, en la mayoría de países, especialmente los desarrollados, existen diferentes grupos de ciudadanos, de empresarios e inclusive de políticos que tratan de convencer y de explicar a quienes toman las decisiones en los órganos de Estado que es conveniente y procedente decidir.

En Estados Unidos se ha establecido que quienes se dedican a cabildear, que son normalmente bufetes de abogados con sede en Washington, D. C., integrados por profesionales que han sido senadores, congresistas o asesores en el Organismo Legislativo o Ejecutivo, y que por consiguiente tienen un conocimiento y una experiencia personal que les permite tener una fácil comunicación, tanto con los miembros republicanos como del Partido Demócrata, se conviertan en intermediarios profesionales que buscan que sus clientes sean escuchados y dentro de los posible legalmente beneficiados al obtener legislación o disposiciones que llenen sus aspiraciones.

Para realizar esa actividad estas personas o bufetes tienen que registrarse e indicar cuál es el objetivo del mismo, los honorarios que perciben y que son representantes de nacionales o extranjeros que buscan un fin específico. Esto evita que puedan ser acusados de ilegalidades como podría ser el tráfico de influencias.

Históricamente los gobiernos de muchos países tienen contratados a este tipo de firmas o individuos que abogan por los objetivos que les solicitan sus representados ya que sostienen reuniones periódicas con senadores, congresistas, comisiones del Organismo Legislativo u órganos del Ejecutivo, reuniones que pueden también realizarse con los miembros del personal con que cuenta cada senador, congresista o Departamento de Estado.

Guatemala en diferentes gobiernos lo ha hecho, también lo han hecho diferentes grupos o asociaciones empresariales.

Durante el gobierno de Lucas, época en el que el país se encontraba sumamente complicado, se efectuó la campaña denominada “De los mil días”, dividida en acciones internas y acciones externas. Estas últimas le fueron encomendadas a la Asociación de Amigos del País, que contrató a un grupo de cabilderos en Washington, quienes realizaban reuniones con senadores, diputados y sus colaboradores como con el Departamento de Estado, para explicarles las diferentes situaciones que  Guatemala de ese momento vivía y cómo las mismas se buscan resolver de forma lícita para el bien de la ciudadanía guatemalteca.

Otro ejemplo de ello fue el contrato que durante el gobierno de Alfonso Portillo suscribió el Ministerio de Relaciones Exteriores para  buscar una buena comunicación con el Departamento de Estado, el Departamento del Tesoro, el Senado y el Congreso de Estados Unidos.

Esa firma fue sustituida por un nuevo contrato, más oneroso, que suscribió Edgar Gutiérrez cuando logró, gracias al apoyo de Edmund Mulet, convertirse en Ministro de Relaciones Exteriores.

Edgar Gutiérrez contrató a una firma de lobistas donde se encontraban varios de sus amigos personales, incluyendo a un personaje de nacionalidad argentina. Ese grupo de lobistas se dedicó a facilitarles la labor a Edgar Gutiérrez y a sus allegados para levantar la desertificación que se le había aplicado a Guatemala y que se originaba en sus motivos desde el gobierno de Arzú.

En conclusión, el cabildeo es una acción lícita y onerosa que realizan los gobiernos y los grupos de poder particular sin mayores excepciones.

¡Guatemala es primero!

Artículo anteriorHumanismo en el desarrollo
Artículo siguienteEl debido reconocimiento a quienes contribuyeron con su vida para el cambio en nuestro país