Raúl Molina

Desde 1944, muchos hombres y mujeres, particularmente nacionales, han dedicado sus vidas al intento de cambiar las terribles condiciones de Guatemala: pasar de un sistema semifeudal a una democracia real y participativa. Toda una generación se volcó a la causa revolucionaria e hizo posible la “Primavera Democrática” durante diez años. Cercenada la Revolución de Octubre en 1954, por la traición de unos pocos y la intervención estadounidense, miles de connacionales se comprometieron con la recuperación de la misma. Aunque muchos han muerto en la lucha o han llegado a su muerte natural, hay todavía una cantidad importante de personas que pensamos que una Guatemala mejor es posible y actuamos para lograrla. La Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG) se propuso hace poco más de una década establecer un premio para reconocer en vida a estas personas extraordinarias, denominado “Gisella Paz y Paz y Jorge Rosal”. Este 29 de junio, a las 17:00 horas, en el Musac, se entregará dicho premio al doctor José Barnoya, justamente uno de los revolucionarios surgidos de la Revolución, “nacido en octubre para la faz del mundo”. También se han establecido reconocimientos en varias categorías y se entregarán al juez Miguel Ángel Gálvez, la señora Valerie Juilland, la señora María Van de Griendt, la cantautora Sara Curruchich, y, por primera vez al periodismo, a la doctora Carolina Escobar Sarti.

La RPDG se dio cuenta, sin embargo, que para muchas personas destacadas en las luchas de nuestros cuatro pueblos, ya no se llegaba a tiempo para reconocerles en vida. Así, a la muerte de una extraordinaria dirigente de esa Red, América Calderón, se instituyó el Memorial que lleva su nombre, el cual recoge y da a conocer las personas que se han significado grandemente y que han fallecido en el período más reciente, en este caso 2016 y 2017. Con especial razón se mencionan quienes han sido asesinados en ese período por abanderar las luchas del movimiento social y popular; no han sido solamente personas destacadas sino que también mártires del pueblo. En el período considerado se perdieron luchadores de mucho tiempo, como Américo Cifuentes, Alfonso Porres, Roberto Orellana y Francisco Villagrán Muñoz; académicos brillantes como Carlos Guzmán Böckler, Carlos Orantes Trócoli, Alfonso Velásquez y Tristán Melendreras; y personas que contribuyeron con dedicación, desde fuera del país, como Felipe Anderson y el Obispo Óscar Bolioli. No alcanzo acá a mencionarlos a todos; pero el Memorial si les incluirá y reconocerá.

Menciono unas pocas palabras con relación al último nombrado, de nacionalidad uruguaya, quien falleció en Montevideo este 18 de junio. Bolioli ayudó enormemente para la defensa de los derechos humanos de personas de muchos países latinoamericanos en los decenios de las dictaduras militares. Desempeñó papel clave como Director del Consejo Latinoamericano de Iglesias, con sede en Nueva York, en donde el pueblo guatemalteco contó siempre con él como amigo firme y solidario. Su nombre debe ser rescatado para las nuevas generaciones de Guatemala, con nuestro enorme agradecimiento.

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