Javier Monterroso
Esta semana las redes sociales nuevamente destacaron dos hechos de violencia lo que lamentablemente se ha vuelto cotidiano en nuestro país, sin embargo lo extraño esta vez fue que en los dos hechos a los que me refiero las víctimas de los delitos vapulearon a los presuntos criminales, y más paradigmático aún que uno de ellos se llevara a cabo en el campus de la Universidad de San Carlos de Guatemala.
En el primer caso un presunto asaltante disparó contra un comerciante y después contra un repartidor de comida rápida, sin embargo fue detenido y vapuleado por los transeúntes antes de que llegaran las fuerzas de seguridad, las imágenes de las redes sociales mostraban al presunto delincuente ensangrentado y esposado y aun así una persona indignada le pateó la cara ante la mirada del agente de la Policía Nacional Civil.
En el segundo caso un presunto ladrón fue capturado por lo que aparentemente serían estudiantes universitarios, quienes después de golpearlo lo desnudaron y amarraron a un árbol, el presunto delincuente quedó colgando de cabeza hasta que las fuerzas del orden lo retiraron del lugar.
Es evidente que es la desesperación lo que lleva a las personas que directa o indirectamente han sido víctimas de la delincuencia a cometer este tipo de actos violentos, sin embargo debemos tomar en cuenta que si se abre la puerta para tomar justicia por nuestra propia cuenta se comienza con una espiral de violencia que tarde o temprano terminará siendo incontrolable, la historia ha demostrado que aunque al principio los justicieros o vengadores privados comienzan defendiendo a la población, más temprano que tarde se convierten precisamente en las fuerzas delictivas que se suponía iban a combatir, es precisamente por ello que la venganza privada, la venganza pública, la ley del talión que dice «ojo por ojo y diente por diente» y otras formas arcaicas de justicia fueron descartadas hace siglos y el combate y castigo a la criminalidad es monopolio exclusivo del Estado.
En cuanto a la Universidad de San Carlos de Guatemala, es importante que las autoridades tomen medidas preventivas para evitar que esos lamentables hechos vuelvan a suceder, en ese sentido deberían lanzar una campaña pública para evitar la violencia en la universidad, redefinir los perfiles y funciones de los guardias de seguridad y evaluar la necesidad de contar con personal especializado en mediación y resolución de conflictos que pueda actuar en este tipo de casos, ya demasiada violencia y sangre se regó en el campus de la Usac durante el Conflicto Armado Interno como para que ahora sean los propios estudiantes quienes continúen haciéndolo.