Emilio Matta Saravia
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Luego de describir el exitoso caso chileno, toca pensar qué es lo que podemos hacer nosotros los guatemaltecos para erradicar este lastre y poder desarrollar de forma integral a nuestra niñez. Es clara la correlación que existe entre el desarrollo económico de un país y el grado de desarrollo que tiene su niñez y juventud (nutrición, salud y educación). También está claro que si, como nación, no tomamos la decisión de invertir en nuestros niños y niñas para brindarles un desarrollo integral básico, donde involucremos a los padres de familia (a las madres especialmente) y tengan las condiciones de alimentación, salud y saneamiento mínimas, vamos a permanecer sumidos en este subdesarrollo en el que llevamos siglos hundidos, y del que no hemos tenido el menor interés de salir.

La propuesta es iniciar con una fase de planificación y preparación, donde se incluya a profesionales en las áreas de pediatría, medicina general, nutrición, psicología, enfermería en el área técnica y de administración e ingeniería en sistemas en el área administrativa, apuntalados por el INCAP y las principales universidades del país. En esta primera fase se debe hacer un análisis de los puntos más críticos de desnutrición, en cantidad de casos y severidad de los mismos, diseñar un programa de comunicación a las comunidades para involucrarlas en el proceso, un centro de recopilación de data y estadísticas donde los pediatras puedan tomar mediciones a los niños de los indicadores más relevantes al inicio de la recuperación y también puedan ir midiendo periódicamente el desenvolvimiento de los mismos durante el plazo de recuperación.

La información de la primera fase dará un número de centros piloto de recuperación de la niñez y atención primaria de salud que se necesitan en las áreas críticas y el número de camas por centro, tanto del interior del país como de la capital. En el interior, si los resultados dan áreas rurales, los centros deberían ubicarse en las áreas rurales, no en cabeceras departamentales ni municipales, que no es lo mismo que las áreas rurales. De igual forma dará la dieta y dosis de medicamentos y suministros necesarios para lograr la recuperación de pacientes, así como el personal necesario para tareas médicas, de cuidado de los pacientes, de atención psicológica y de administración, tanto de los centros como de la información recopilada. Al finalizar la recuperación del paciente, la experiencia chilena nos da un tiempo promedio de tres meses por niño, se debe continuar proveyendo alimentación (leche en polvo y otros alimentos que el INCAP y los nutricionistas determinen), así como atención primaria de salud. En los casos de lactantes, es indispensable que se continúe la alimentación por medio de lactancia materna asistiendo a las madres con un programa de alimentación dirigido a ellas para mejorar en cantidad y calidad la leche materna.

De la mano con los programas anteriores, se debe apoyar a las familias de estos niños con acceso a agua potable y saneamiento de las viviendas (baños y cocinas adecuadas) y las comunidades (drenajes, acceso a agua y educación).

Todo esto se lee sencillo, pero requiere esfuerzo, dedicación, recursos y, principalmente, EL COMPROMISO DE TODOS. ¿Estamos dispuestos a dar nuestro aporte para erradicar la desnutrición en Guatemala? Yo SÍ.

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