Juan José Narciso Chúa
En unas columnas anteriores sostuve que parecía que la humanidad se dirigía hacia la era de la irracionalidad, una reflexión que destacaba varios hechos alrededor de los cuales parecía que la guía de la conciencia se encontraba determinada por personas y hechos que destacaban por su completa falta de lógica, su carencia de coherencia y que no se podían sostener en el más mínimo y simplista argumento, era muy difícil defender lo indefendible, pero aún más lo completamente absurdo, irracional, ilógico.
Efectivamente, los acontecimientos mundiales y nacionales, nos permiten mostrar la cara más irracional de las cosas, las decisiones más absurdas, los hechos más deleznables y los pensamientos más incoherentes e inconexos.
La presencia del Estado Islámico continúa siendo la expresión más dolorosa de una irracionalidad, no porque su lucha no tenga elementos que la expliquen posiblemente –pero nunca son justificables–, pero sus golpes han dejado una cauda dolorosa de pérdidas de vidas humanas, pero peor aún de personas inocentes e incluso vulnerables, tales como los hechos de la cruenta guerra en Siria, pero peor aún lo que ha ocurrido en Londres, con el ataque a cuchilladas de transeúntes que circulaban casualmente por los lugares en donde ocurrió la tragedia.
No cabe que la humanidad genera sus propias condiciones autodestructivas, de ello no hay duda, si no cómo se podría explicar al presidente Trump retirándose del Acuerdo de París, sin el menor miramiento, aduciendo argucias, señalando excusas y argumentando falacias. No se tomó el tiempo necesario, pero peor aún, no se tomó el espacio para platicar con personas independientes, objetivas y conocedoras de dicha problemática, sino bastó su propio sentido común –que no necesariamente el sentido común, tiene que ser correcto–, pues en este proceso ha habido un proceso de años de trabajo desde Brasil –con la Cumbre de la Tierra–, pasando por Japón –con el Protocolo de Kyoto– y de Copenhague –histórico, por la llegada del propio expresidente Obama–.
Pareciera que al actual gobernante americano, lo guiara más su ilógica de deshacer cualquier acuerdo o iniciativa iniciada por Obama, que un pensamiento más guiado por la reflexión, el análisis independiente y la asesoría técnica y ni hablar de la importancia estratégica del tema del Cambio Climático y sus dañinos efectos en la humanidad.
Cancelar el acuerdo que abría las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, es una muestra más de la incapacidad para reflexionar, simplemente se lanzó a ello por su propio y simplista criterio, arguyendo que era necesario democratizar Cuba y que el acuerdo no lo había conseguido, vaya usted a creer semejante absurdo estimado lector, cuando el mismo representaba una apertura mínima entre ambas naciones y ambas sociedades.
Si analizamos hacia nuestra propia realidad nos encontramos ante “ilogicidades extremas” –no sé si existe esta expresión, pero me parece que es la única que puede calificar este absurdo–, como que nuestro Presidente asegure ante la televisión americana que la “corrupción es normal” y que ante un proceso de antejuicio responda que “se va a violar la Constitución”, ¡por favor!, no cabe duda que al mandatario le sigue quedando lejos la asesoría política, que desconoce que sus argumentos son escasos de profundidad, que no debe exponerse con periodistas agudos y mordaces como quien lo entrevistó y que debe ser un presidente ante todo y no un defensor oficioso de sus familiares.
Si a ello se le suma que pagamos un montón de plata para levantar la imagen del Presidente por medio de oficinas de asesoría americanas, significa que nuestras embajadas están de adorno, cuando las personas que las ocupan actualmente –Maritza Ruiz y Gabriel Aguilera–, son personas de una enorme capacidad y conocimiento, amén de su larga experiencia diplomática.
Ojalá que se descubra quién pagó esas cantidades elevadas de dinero, que a decir de un diputado poco serio, provienen de un empresario. ¿Una nueva irracionalidad?, únicamente para continuar la lucha contra la CICIG y el MP?, absurdo, cuando todos nos debemos volcar hacia la lucha en contra de la impunidad y la corrupción. ¡La irracionalidad, el absurdo y la ilógica juntos!, vaya combinación.