Mucho se ha dicho ya sobre la entrevista del presidente Jimmy Morales con el periodista Jorge Ramos que se centró en dos temas que no le gusta comentar al mandatario: El caso de su hermano e hijo y el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, aunque hubiera sido muy sencillo contestar las preguntas de Ramos de manera distinta, siempre y cuando fuera la verdad lo que inspira a responder sin perder el control.

Pero tenemos que aceptar que la sociedad ha sido por años tolerante con quienes ven la corrupción como una forma de vida y es por ello que a pesar de encontrar formas de combatir y desarmar estructuras paralelas de poder, llegamos a sentirnos reivindicados eligiendo al actual Presidente sabiendo que nada cambiaría.

La sociedad permite que los diputados actúen con el descaro que les caracteriza sin que haya el más mínimo temor de reacciones de su electorado, porque saben que el compromiso para volver a ser electos lo tienen comprado dentro del viciado sistema de partidos políticos guatemaltecos.

Es ridículo pensar en todos los pendientes que tenemos como país y ver la dejadez con que se ha actuado a nivel ciudadano. Simplemente, pareciera como que los individuos tiran a la basura cualquier opción de cambiar las condiciones y decisiones del país porque la pasividad social ha permitido que todas y cada una de esas mañas de administrar el poder de manera ineficiente y, muchas veces hasta ilegal, siga siendo la práctica común en la mayoría de oficinas de la administración pública.

Y es preocupante cuando termina siendo avalado el argumento de que es mejor mantener las condiciones como estaban en el mundo de la mordida, la evasión y defraudación para que no se detenga la economía, cuando lo que tenemos que buscar son formas de que nuestra economía no marche al ritmo de la corrupción.

Es entonces el resultado que va mucho más allá de las últimas elecciones y por el que tendríamos que analizar cuál ha sido lo que se “deja pasar y hacer” desde hace tanto tiempo que nos ha llevado a tener el país que tenemos donde la corrupción es vista como “normal” por el mismo gobernante.

Ya se sabe que el Presidente no tiene noción de qué mandato recibió en las urnas, pero los ciudadanos tenemos que reaccionar y asumir nuestra responsabilidad. El país no puede seguir alentando ideas de que lo normal, lo de siempre es vivir en medio de tanta podredumbre. Estamos llamados a demostrar nuestro compromiso para construir un país distinto en el que prevalezca la ley, la ética y la moral.

Artículo anteriorLa corrupción no es “normal”
Artículo siguienteEl hombre del paraguas