Juan José Narciso Chúa

Todavía no había terminado su gira por Europa y Asia, pero el presidente Trump continuaba dejando una estela de incertidumbre y dejos claros de malestar ante sus planteamientos poco razonados y su estilo directo y avasallador. No deja espacio para el análisis, ni para la reflexión; contrariamente, sus propuestas son maximalistas e individualistas. El protagonismo del cual hace uso recurrente, muestra claramente que él quiere establecer que quien manda en este espacio entre Berlín y Washington es él y nadie más. Y cuando hablo de Berlín, es sólo para establecer el centro neurálgico de decisiones estratégicas –tanto políticas, como económicas y militares–, pero también abarca a Francia y a Inglaterra, sin dejar de mencionar a otros países como España.

Rusia representa otro centro estratégico de poder, pero un poco más alejado de la Europa Central, hoy más destinado a entablar relaciones trascendentales con China, en primer lugar, lo que sí es cierto que Rusia se ha inclinado más por su relación con el Asia y sus propias problemáticas en relación con Crimea y claro, su papel central en el conflicto con el Estado Islámico en Siria.

No cabe duda que en Europa el presidente Trump sí consiguió algo, que no fue su objetivo directo, unir a los europeos en contra de su egocentrismo, sus posiciones proteccionistas y su pretensión de controlar la OTAN, completamente. Las reacciones no se dejaron esperar. La canciller Angela Merkel señaló con total propiedad, la necesidad de que los problemas europeos deben ser resueltos por los propios europeos –palabras más, palabras menos–, igual fue contundente cuando señaló: “(Merkel) quiere menos influencia de Estados Unidos. Los europeos no deben infravalorarse, pero tampoco sobreestimar las propias posibilidades. Se trata de un equilibrio de intereses pragmático”.

La canciller Merkel destacó que Europa debe ver con recelo los planteamientos aislacionistas tanto de Estados Unidos como de la propia Inglaterra, señalando a este último país, que el brexit es como pretender firmar un acuerdo comercial al revés, con lo cual reitera su molestia con la salida de Inglaterra de la Unión Europea y con ello se aleja también de Londres, mientras que Londres, potencialmente, podría ser un interlocutor válido y cercano a Washington, pero que no ve con buenos ojos el acercamiento de Washington a Moscú.

Por su parte, el presidente Macron, de Francia, retoma sin titubear su relación directa con la canciller Merkel, una situación que se había enfriado durante la gestión de Hollande, contrariamente a lo que había hecho el expresidente Sarkozy. Ello establece un nexo importante entre Berlín y París, que podría ampliarse a otras ciudades centrales de Europa como Madrid y Roma, a los cuales se sumarían los países escandinavos, principalmente con la puñalada que el presidente Trump propinó al Acuerdo de París.

El conjunto de tensiones suscitadas por el presidente Trump en su visita a Europa, salpicadas de histrionismo y protagonismo propios de su personalidad abarcadora, dejan una secuela negativa en la Europa Central, las cuales se hicieron más profundas con la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París, una decisión poco meditada por el Presidente de Estados Unidos, incluso en contra de célebres y famosos inversionistas como Warren Buffet y otros, e igual un enorme grupo de empresas transnacionales americanas, le pidieron al presidente Trump que permaneciera dentro de dicho acuerdo. Esta clara vocación abarcadora y poco racional del Presidente de Estados Unidos, le abre también molestias internas que será difícil subsanar, mucho más aún si las investigaciones en el caso Rusiagate continúan y se determina que efectivamente hubo acuerdos pactados bajo la mesa entre Trump y los rusos para evitar que ganara la candidata demócrata Hillary Clinton.

No cabe duda que las relaciones internacionales están cambiando dramáticamente ante la embestida del presidente Trump en contra de todo y de todos, pretendiendo aislarse y generar mayor proteccionismo, ante su famosa frase de campaña “let´s american great”, frase que sirvió de parodia al propio presidente Macron quien señaló: “let´s our world great”, en franca alusión a la pequeñez de la frase del presidente Trump y su visión de Estados Unidos como el centro del universo, cuando el mundo se globalizó y las relaciones son multilaterales y hoy con mayor conciencia sobre la problemática ambiental y sus secuelas serias en toda la tierra.

El centro de las relaciones internacionales se complica, qué pasará con China, que hará Rusia y cómo seguirá Corea del Norte, todavía no se sabe, pero lo que sí es cierto que el terrorismo ha producido un enorme golpe en Europa y otros países como Turquía y Afganistán. Tiempos de personalidades cargadas de irracionalidad y avasallantes, tiempos de incertidumbre sobre el futuro de la humanidad, ojalá que sean tiempos también para reestructurar relaciones y pensar seria y sosteniblemente, el Acuerdo de París es una línea a seguir.

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