Gladys Monterroso
licgla@yahoo.es
“No todo se puede saber, pero me pone enfermo la impunidad.”
Javier Marías
Aunque la Constitución y los Tratados Internacionales, establecen como bien legitimo e inalterable del ser humano, la presunción de inocencia, y como derivado del mismo, que nadie podrá ser presentado ante los medios de comunicación ni siquiera, como presunto culpable, de un delito que se encuentra aún por dilucidar ante los tribunales de justicia, en Guatemala, oh sociedad, todos somos culpables, hasta que no se demuestre la inocencia, aunque los tratados internacionales, la doctrina, y la misma Carta Magna establezcan lo inverso, acá vende el amarillismo, y se degradan honores y nombres, sin que después exista un resarcimiento, probablemente si todos lo pidiéramos, dejarían las autoridades de estar jugando con la honorabilidad de las personas.
Viene a colación lo anterior, no solamente porque lo viví en carne propia, ya que siendo víctima terminé siendo victimaria, aún no se de quien, porque nunca acusé a nadie, y tampoco fui acusada, sin embargo los medios de comunicación se ensañaron con mi persona, y aún espero por lo menos una disculpa (que nunca vendrá), ya que todo el aparato, principiando por la todopoderosa CICIG, con el apoyo del poder real en ese momento, se encargaron de señalarme de veleidosa, (aún espero que lo prueben, y esperaré eternamente).
Pero no es de mi persona, de quien me interesa pronunciarme, más creí necesaria la introducción anterior; tengo más de dos semanas de acompañar a un amigo, al que considero inocente, en una prolongada audiencia de primera declaración, del mal llamado caso del Express Aéreo, aunque las redes sociales y los medios amarillistas (que hoy sobran) ya les condenaron, en la maratónica audiencia, se han detectado varios elementos por los que la mayoría de las personas no creen, y tienen razón, que la Justicia funcione en Guatemala.
Para iniciar, la acusación se encuentra cimentada en elucubraciones del agente fiscal, ya que hechos concretos no ha presentado, toda la acusación se encuentra cimentada en presunciones, por ejemplo la declaración de una persona prestada en 2016, sobre hechos acaecidos en 2009, en lo personal, si no media un cumpleaños, aniversario, o hecho importante, yo no me acuerdo que sucedió un día específico hace siete años, y me parece que ninguno lo recuerda, repito, siempre que no venga acompañado de un hecho importante, pero aun así, hay detalles que solamente la mente más privilegiada puede guardar, y no creo sea este el caso.
A diferencia de la acusación, sin presumir de superpoderes, la defensa ha sido más congruente, consecuente y detallista, sin asumir hechos tan antiguos, que por lo mismo puedan caer en la descalificación, todos y cada uno han presentado con determinación sus argumentos, descalificando la supuesta estructura criminal, ya que, entre todos los sindicados, ni siquiera se conocen.
Una de las falencias del Ministerio Público, que deberían ser a todas luces, enmendadas, es asumir que toda persona que a criterio de ellos haya cometido un delito, y tenga relación, por amistad, cercanía, negocios lícitos, o lazos familiares, con otras personas, necesariamente deban ser parte de un grupo organizado para cometer actos ilícitos.
Para el MP, hoy todos somos parte de grupos organizados ilícitos, sin embargo, en sus narices se encuentran los verdaderos delincuentes encubiertos con el halo de la impunidad.
En todas las instituciones, privadas y estatales se observa el mismo fenómeno, pero molesta aún más que ese fenómeno se advierta en el ente encargado de la persecución penal, porque el mismo debería ser garante de un alto grado de probidad, ante todo de seriedad, en el caso en mención, tardaron dos años en llevar a cabo la investigación, detuvieron con lujo de publicidad a los sindicados, y no son capaces de presentar pruebas contundentes, así ¿Hacia dónde vamos? Al abismo sin más remedio, con instituciones inoperantes, pero sí mediáticas.