Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Si por algo no se puede criticar a Donald Trump es por su decisión de implementar como políticas de gobierno muchas de sus promesas de campaña, puesto que contrario a lo que es la práctica política más común, ha ido empujando una a una todas las barrabasadas que ofreció en el transcurso de varios meses mientras buscaba el voto de los norteamericanos. Y el abandono del Acuerdo de París sobre el calentamiento global fue una de las cantaletas que mantuvo y que ayer convirtió en una realidad en lo que, desde mi punto de vista, es una forma de honrar el mandato que recibió en las urnas.

Eso lleva a tener que hablar del electorado norteamericano, puesto que aunque Trump no ganó la mayoría en la votación popular, sí lo hizo con los votos del Colegio Electoral y eso fue posible únicamente por el respaldo que obtuvo en distritos clave para asegurar el triunfo. Y esa multitud de norteamericanos que se decantó por el discurso de confrontación, por el racismo y las expresiones de supremacía blanca, es ahora la que aplaude el anuncio que formuló ayer desde la Casa Blanca para informar al mundo que su país denuncia el tratado sobre el calentamiento global que fuera suscrito en París hace menos de dos años. La decisión estuvo tan cantada como las sucesivas órdenes ejecutivas que ha dictado respecto al tema migratorio, prohibiendo el ingreso de los habitantes de países musulmanes, de la misma manera en que ha procedido contra los inmigrantes latinoamericanos sometidos a una brutal persecución en los Estados Unidos.

Cuando Hillary Clinton calificó de deplorables a los simpatizantes de Trump posiblemente cruzó una línea importante y se colocó en posición que le imposibilitaba ganar uno solo de los votos de su adversario. Pero no dejaba de tener cierta razón y ahora se confirma plenamente porque en cumplimiento del mandato que él mismo fue construyendo con su retórica de campaña, el Presidente de los Estados Unidos le da la espalda al mundo y se une a Nicaragua y Siria para oponerse a un acuerdo contra el problema del calentamiento global.

Todos los líderes de Europa han criticado la decisión y lo mismo han hecho países asiáticos entre los que destacan China y Japón. El Papa Francisco, quien publicó recientemente su Encíclica Laudato Si, un llamado al mundo para salvar al planeta, misma que entregó a Trump la semana pasada estérilmente, por lo visto, también lamentó la decisión y consideró que es un daño irreparable para la humanidad.

El calentamiento global es un hecho y no una “verdad alternativa” como las que salen tan frecuentemente de la Casa Blanca desde enero de este año. La Tierra sufre los efectos de la actividad humana que no reparó en las consecuencias de su forma de usar la energía y por ello uno de los acuerdos internacionales acogidos por más naciones, fue el de París porque existe clara conciencia del mal. Los fenómenos El Niño y La Niña no son inventos, como no lo es el aumento del nivel de los océanos. Pero para los electores de Trump, que no se interesan por la ciencia, el Presidente hizo lo correcto y lo aplaudirán rabiosamente.

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