Francisco Cáceres Barrios
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Cada vez que compruebo el triste estado en que estamos dejando el otrora bello lago de Amatitlán, me cuestiono sobre la inmensa culpa que tenemos los capitalinos sobre esta situación, pues bien sabemos que gran parte de nuestros desechos han sido la causa de que cada día pierda varios centímetros de profundidad. Mientras tanto, otros municipios no han querido caer en el mismo error y están sentando valiosos precedentes como el haber logrado hacer estudios técnicos y desarrollar programas para procesar sus desechos sólidos en plantas instaladas en el mismo lugar en donde se producen o en otros sitios.
Buen ejemplo nos está dando el convenio suscrito entre la municipalidad de Esquipulas, Chiquimula, la Mancomunidad del Nororiente y la Empresa Global Energy Solutions Latam, S.A. al lograr que los desechos sólidos producidos por los habitantes del primero vayan a ser procesados en una planta de tratamiento instalada en San Cristóbal Aguascalientes, El Progreso. Claro, los pobladores deberán colaborar con el municipio depositando su basura en recipientes debidamente situados en diferentes puntos de la localidad, como que va a ser necesario educar y preparar a todos sus habitantes hasta que adquieran mejores hábitos, cosa difícil y de largo tiempo, pero no imposible.
De ahí que insista en mi pregunta inicial ¿por qué ellos pueden y nosotros no? ¿Cuándo será el día que nuestro Concejo Edilicio tome plena conciencia que el procesamiento de residuos sólidos es una labor nacional de vital importancia para toda la población? De lograrse en la ciudad capital a mediano plazo, ya no tendríamos el tan contaminante botadero y mal llamado Relleno Sanitario, lo que permitiría recuperar materiales para su reaprovechamiento, pues bien podríamos obtener materias primas que hoy se logran en desmedro de nuestra ecología.
En Guatemala el mal manejo de la basura ha llegado a ser una bomba de tiempo, aunque para muchos ha llegado a formar parte de su paisaje, especialmente en áreas marginales, a pesar de que constituye una flagrante violación a los derechos humanos de los afectados, ante el riesgo que se mantiene latente en perjuicio de su salud. No debiéramos seguir perdiendo lastimosamente el tiempo sin resolver el problema con o sin la alcaldía capitalina, si es que ésta sigue empecinada en dejar pasar unos veinte años más en las mismas condiciones, mientras las consecuencias de no mejorar nuestro ambiente inexorablemente las sigamos pagando todos. Todo es cuestión de poner manos a la obra a través del gobierno central, pues no solo saldría beneficiado propiamente el municipio de Guatemala sino por el momento catorce más cercanos al mismo, que vienen al nuestro a depositar sus residuos.