Juan Antonio Fernández
juanantonio_f@yahoo.com

Al hablar de políticas públicas en espacios fronterizos nos podríamos referir a tres elementos que conforman un todo en el análisis y formulación: el espacio social, que significa el conjunto de relaciones entre los grupos en un determinado territorio, su vinculación con la naturaleza y la diversidad étnica como elementos que van más allá de lo geográfico. En adición, el tiempo aquí cobra especial relevancia pues los procesos históricos de la frontera del occidente guatemalteco, por ejemplo, se reconfiguran a partir de una concentración de tierras durante la reforma liberal, delimitaciones municipales que han generado conflictos, el impacto de la guerra y en perspectiva de tiempo corto por la inserción de una serie de actores y dinámicas supranacionales. De acuerdo con esta perspectiva es importante definir el nivel de profundidad de la problemática, si fueran problemas superfluos y hasta cierto punto cotidianos o aquellas complejidades inscritas a otro nivel, un nivel con un grado de mayor de incerteza, un nivel profundo que no debería de perderse de vista y dejar de ser analizado desde la neblina que significa lo aparente.

De esta forma en la frontera, la politica pública podría considerar al espacio social en sus dimensiones de nivel comunitario, los procesos institucionales y su vinculación con un espacio macro-regional e ir un tanto más allá relacionando lo social, lo económico, con lo público y lo geográfico, para poder describir por ejemplo que la frontera Guatemala-México se caracteriza por estar inscrita entre las tierras bajas de Petén y dos grandes macizos montañosos, la Sierra de los Cuchumatanes y la Sierra Madre, con características biofísicas, geográficas y étnicas propias. Y si bien es cierto cada territorio puede poseer particularidades, en general existen elementos comunes como el hecho que la vida cotidiana transcurre entre los ciclos productivos centrados en el cultivo del maíz, normalmente plantado con el frijol y el güicoy. Cuando son tierras bajas la ganadería, el maíz y los frutales están presentes. Y si las tierras se convierten en frías estas son complementados con papa, avena y haba. Un espacio donde el desarrollo está entre los más bajos del país.

A nivel institucional las regiones presentan como característica determinante una ausencia estatal y del poder local a tal grado que las comunidades “cruzan la frontera” para proveerse de servicios públicos, realizar compras para autoconsumo, mantener relaciones familiares, desarrollar trabajo como jornaleros o en los servicios, por lo que la movilidad es cambiante. Sobre los procesos hacia afuera la relación se presenta a través del contacto directo que tienen las comunidades con el extractivismo de metales preciosos, hidroeléctricos, petróleo o palma, el comercio internacional y por otra, por la irrupción de poderosas estructuras trasnacionales que actúan al margen de la ley. En suma, hace falta tener mayor claridad sobre la complejidad fronteriza en todas sus aristas e ir más allá de lo aparente en la politica pública –con acciones y resultados de impacto-, en este contexto las relaciones de cooperación, integración, desarrollo y gobernanza en los territorios podrían alcanzar nuevos horizontes.

Artículo anteriorJosé Saramago: Todos los nombres (XXXIX)
Artículo siguienteMás contentos de las derrotas