Marco Tulio Trejo Paiz

El tiempo pasa irreversiblemente y, como suele acontecer, el Estado no cumple las promesas que hace a nuestros compatriotas que son víctimas del infortunio cuando ocurren desastres espantosos. Ha pasado ya mucho tiempo desde que aconteció el gran deslave que afectó a quienes vivían en modestas viviendas construidas en el peligroso terreno del Cambray II, de Santa Catarina y, aún, no dan los señores de la superinflada burocracia las casas que ofrecieron a la pobre gente.

Más de doscientas personas, entre hombres, mujeres y niños, además de objetos hogareños quedaron soterradas en el Cambray II.

Los socorristas locales y de algunos países amigos prestaron valiosa ayuda en la terrible emergencia, pero ya no pudieron rescatar las numerosas víctimas del mortífero desastre que tuvo gran resonancia internacional.

Al pie del empinado terreno quedó un pequeño cementerio, pues el talpetate se endureció de tal manera que impidió llegar al fondo que sirvió de gigantesco ataúd para los sepultados…

Estos días grises, bastante lluviosos, nos parece muy lamentable que nuestros humildes compatriotas estén viviendo bajo el techo de la bóveda celeste.

Los burócratas de la altura y de la llenura dejan a muchos guatemaltecos a la intemperie.

Los «diputíteres» parecen estatuas ante la penosa situación de tanta gente desamparada; como están prendidos como parásitos en las tetas de la vaca lechera, no les importa la desgracia de las personas que sólo viven o medio viven paladeando las amarguras de una vida que no es vida…

Don Jimmy Morales, que empuña lagrimeando a ratos las riendas del poder, urgentemente debe impartir órdenes para atender los ingentes problemas y necesidades de la sociedad, sobre todo de quienes sufren las consecuencias de la pobreza.

Se está pidiendo a gritos, con urgencia, las casas prometidas con el pecado de la demagogia politiquera que se estila en el desprestigiado partidismo de la politiquería engañabobos.

Juan Pueblo dice que el gobierno debe atender sin más demora a los compatriotas que estuvieron a punto de morir soterrados en el aciago Cambray II.

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