Alfredo Saavedra

Desde Canadá-. Los medios: prensa, radio y televisión de Norteamérica (Estados Unidos y Canadá), han intensificado su poderío en contra del gobierno del presidente venezolano Nicolás Maduro, con un disimulado apoyo a la oposición, única que figura en las noticias con una preponderancia que no deja dudas del obstinado interés de Washington por derrotar toda iniciativa de independencia en los países latinoamericanos.

La ofensiva contra el régimen bolivariano tiene antecedente desde la instauración del gobierno del presidente Hugo Chávez, cuando se desató el asalto a la recién inaugurada democracia en el país suramericano por parte de los Estados Unidos, cuyos medios de comunicación, incluyendo los hispanos del exilio anticastrista, alineados con la política oficial, enderezaron un intermitente ataque contra el programa de Socialismo Siglo XXI, proclamado por el nuevo gobernante, con definidas metas en favor del pueblo sojuzgado por la clase dominante, constituida por una oligarquía inflexible y la burguesía obediente a los designios del imperio.

La situación para con el Gobierno venezolano, responde a una endémica política en la que los medios de comunicación de Estados Unidos y Canadá, atemorizados por el “fantasma del comunismo” desde la era de la Guerra Fría, han visto como una amenaza los movimientos de liberación en Centroamérica y el surgimiento de instancias en función democrática de Bolivia, Ecuador y Venezuela. Cuba, aunque siempre castigada por el embargo prolongado  per secula seculorum, con el tibio entendimiento con los Estados Unidos y el florecimiento del turismo ya casi universal, ha sido reducida a una crítica anodina y hoy con el gobierno de Donald Trump, ignorada más por olvido que por omisión.

Canadá ha privilegiado a Cuba desde los tiempos del gobierno liberal de Pierre Trudeau y durante casi cuarenta años con una relación diplomática duradera. La inmensa corriente de turismo hacia la Isla tiene un positivo mercado en beneficio de Cuba, en particular, y de los promotores de viajes que incluye a las agencias y compañías de aviación en Canadá.

Pero con respecto a los actuales acontecimientos en Venezuela, el concepto de imparcialidad no tiene justificación, puesto que las noticias y espacios de opinión se concentran en favorecer a la oposición, ahora en franca revuelta contra el gobierno de Maduro. Nada se sabe de los pasos positivos de su gobierno (que deberían ser noticia) y enfatiza, como si fueran acciones legales, los actos de vandalismo de la oposición con la destrucción de bienes inmuebles, propiedad legítima de la familia del fallecido presidente Chávez.

Lo que se ve como demostraciones, encabezadas por conocidos dirigentes de la oposición, veteranos de la agresión contra Chávez en misiones de contrapropaganda, en particular por damas de la burguesía, que de forma permanente fungieron como agentes viajeros del odio, transitando por todas partes con su cartel destructivo en contra de la Revolución Bolivariana y que ahora en sus manifestaciones arrastran a sectores de la población acosados por una crisis económica que los promotores de la oposición han agudizado en una conspiración apoyada, como se indica en lo medular de esta columna, por los medios de comunicación, adversarios de los auténticos procesos democráticos en Latinoamérica.

La oposición en Venezuela es dirigida por personajes del poder económico constituido por la oligarquía y una burguesía que congrega a los sectores industrial y comercial enemigos pertinaces de los programas gubernamentales proyectados hacia la clase media, los obreros y campesinos, estos últimos negados en sus derechos durante las dictaduras y gobiernos subalternos a la clase dominante, manteniendo en el olvido a los sectores sumidos en la pobreza, segmento considerable de la población que el presidente Chávez quiso rescatar, en propósito continuado por su sucesor Nicolás Maduro, hoy demonizado por la prensa occidental inclinada más a la derecha, en una ofensiva consecuente con los intereses de la política del imperialismo.

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