Rolando Alfaro Arellano

Quien siembra un campo, cultiva una flor o planta un árbol, es superior a los demás.
Whittier.

El transcurso del tiempo, nos ha demostrado a los guatemaltecos de corazón que, las diversas administraciones gubernamentales no han podido elaborar programas ni políticas que mejoren el entorno que rodea a los habitantes del territorio nacional y que por desconocimiento, negligencia o mala fe han agudizado la crisis que en la actualidad padecemos los guatemaltecos con las diversas clases de contaminantes, sean desechos tóxicos, ruidos descontrolados de motos, vehículos con escapes estruendosos, envenenamiento de los diversos cuerpos de agua, etc.

En ese sentido, personas inescrupulosas con mentalidad criminal o totalmente mal educadas, se han dedicado, por todos los medios posibles, a ensuciar, contaminar y destruir, los recursos naturales y ecosistemas de la República de Guatemala con el agravante de destruir vidas aún de sus propias familias, ya que con el tiempo no podrán salir del daño que ocasionan en el territorio nacional.

El terremoto del año de 1976, se queda pequeño con el deterioro y pérdidas de vidas y del ambiente.

Es verdaderamente penoso que muchas entidades lucren con dañar el ambiente y se confundan con el simple hecho que bloqueando iniciativas de ley, programas ambientales y otras acciones inhumanas, incluyéndose estafas engañando a los guatemaltecos de buena fe, salvarán sus vidas y las de sus parientes; todo el daño que sea moral o material que so pretexto de robar los recursos de las personas que creen en sus traiciones, pasaran limpios a la eternidad.

Hasta nuestros días no hemos podido comprobar que las legislaturas de los últimos cumplan con su obligación moral de legislar en el bienestar de nuestra población, pues poseen de iniciativas de leyes engavetadas para eterna memoria.

El daño que ocasionan a la biosfera maya no tiene perdón ni de la presente y futuras generaciones, tema que, asimismo, se extiende a otras malas conductas que no escaparán a mis lectores.

Finalmente, la historia juzgará a los malos guatemaltecos por no entender que la contaminación ambiental en general y de los recursos naturales en especial, no le hace daño solo al pueblo sino que el mal se lo estarán trasladando a sus herederos y personas engañadas.

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