Félix Loarca Guzmán
En 1954, Guatemala fue víctima de una invasión armada organizada por Estados Unidos para derrocar al gobierno que presidía el Coronel Jacobo Árbenz Guzmán, a quien acusaba de comunista.
El “pecado” del Presidente fue haber impulsado una política de liberación económica y de emancipación del yugo de los monopolios extranjeros.
Ahora la historia de agresión se repite en Venezuela. El pasado lunes, la canciller de ese país, Delcy Rodríguez, denunció que los disturbios violentos en las calles de Caracas, que ya han dejado el saldo de más de 50 muertos y toda la campaña mediática de desprestigio contra el gobierno del presidente Nicolás Maduro, son marca “Made in USA”, exigiendo que el presidente Donald Trump saque sus manos fuera de Venezuela.
La abogada Eva Golinger, quien tiene su sede en Nueva York, reveló que solo en un año, el gobierno de EUA, gastó más de 18 millones de dólares para financiar a los grupos de oposición en Venezuela.
Como en el caso de Guatemala, “el delito” del gobierno Bolivariano, ha sido tratar de ser independiente, al nacionalizar la explotación de sus yacimientos petroleros que contienen las reservas más grandes del oro negro del mundo. Antes de la nacionalización, poderosas empresas norteamericanas se llevaban grandes ganancias a costa de la pobreza del pueblo de ese país sudamericano.
En Guatemala, la gota que derramó el vaso fue la puesta en vigor de la Reforma Agraria. El canciller del gobierno de Árbenz, Guillermo Toriello Garrido, quien es recordado como el Canciller de la Dignidad, dice en su libro Tras la Cortina de Banano, que el Censo Agropecuario de 1950, puso de relieve la pavorosa situación de la tenencia de la tierra en Guatemala. El 70 % estaba en manos del 2.2 % de los propietarios, entre ellos la empresa estadounidense United Fruit Company, UFCO.
La Reforma buscaba una más equitativa distribución de la tierra. Entre los afectados estaba la UFCO, que poseía grandes extensiones de tierras sin cultivar. Toriello Garrido explica en su libro, que el Secretario de Estado, John Foster Dulles y su hermano Allan Dulles, Director de la CIA, eran miembros de una firma de abogados de Nueva York, apoderados de la UFCO desde hacía muchísimos años. Los dos poderosos hermanos, con la colaboración de gente de la empresa frutera, “cranearon” la invasión a Guatemala. Previamente impulsaron una gigantesca campaña internacional de desprestigio, acusando a Árbenz de ser comunista. Varios años después, documentos desclasificados del gobierno de Washington, revelaron que Árbenz no era comunista, confirmando que todo había sido una patraña para invadir a Guatemala, la que desde entonces quedó hundida en un permanente baño de sangre y violencia, con altos niveles de pobreza y subdesarrollo.
El analista Marco A. Gandásegui, denunció recientemente a través de la Revista Electrónica Con Nuestra América que se edita en Costa Rica, que un alto funcionario actual del Departamento de Estado, era hasta hace poco el presidente de una poderosa compañía estadounidense, cuyos intereses fueron afectados por la nacionalización del petróleo venezolano. ¿Casualidad o coincidencia?