Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
La violencia en Guatemala cada día cobra más víctimas. Y es increíble que el valor de la vida sea tan escaso en nuestro país. Por grande o pequeño que sea el botín que los ladrones buscan. O por el encuentro fortuito con una bala perdida, con la consecuencia probable, de lesionar gravemente a alguien, hasta llegar a su muerte.
La noticia de la muerte del notable galeno, doctor Carlos Mejía, es un ejemplo de cómo se manifiesta el poco valor por la existencia humana. El doctor era un excelente médico infectólogo y persona. Quienes tuvimos el placer de conocerlo, podemos dar fe de lo expresado.
Quienes cegaron la vida del doctor Mejía, también contribuyen a la inestabilidad de muchas otras personas. Ya que el doctor, en su especialidad, tuvo el mérito de contribuir a la mejora del servicio de la salud de personas con recursos limitados para su atención.
Yo tuve el privilegio de haber sido estudiante en la época en la cual él se desempeñó como Jefe de Residentes de Medicina Interna del Hospital Roosevelt y puedo describir que desde ese entonces, el doctor siempre manifestó su anhelo de aprender, de estudiar, de ser amable y humano con sus pacientes, para lo cual se desempeñó como un médico responsable, respetuoso, estudioso, honesto, siempre con sencillez y con un genuino interés por las personas que atendía como pacientes.
Guatemala no termina de estar en luto. Y cada día, el desprecio a la vida humana se observa con mayor auge. Hubo una época en que ser médico, significaba ser líder, tener un lugar de honor en la comunidad como una muestra de respeto, por los sacrificios, las cargas y los riesgos para la salud que implican la formación y el ejercicio de esta profesión.
En momentos actuales, en otros países y en Guatemala también existe un menor interés por llegarse a formar como médico, precisamente por el grado de dificultad y esfuerzo que ello implica y algunas manifestaciones de descredito y de irrelevante manera de ser observados y apreciados por la sociedad, con lo cual se genera el riesgo de que se debiliten más los sistemas de salud por falta de personas profesionales de la medicina y sus distintas especialidades.
En Guatemala considero necesario que las personas comencemos a estrechar lazos que nos auxilien a compartir y convivir en un mejor país y que los médicos iniciemos propuestas que nos ayuden a cumplir de mejor manera el código deontológico y el juramento hipocrático. También reflexiono que es preciso humanizar más la formación y el ejercicio profesional, para contribuir a una mejor calidad de vida, entre los profesionales de la salud.
Lo que el día de hoy expreso acerca del doctor Mejía, hubiese sido mi deseo decírselo en vida, aunque la gente con su grado de excelencia no necesita que nadie le diga quién es, pero siempre es un deseo el rendir un homenaje póstumo a su persona. Y también, mostrar solidaridad ante el dolor de su esposa, sus hijos, demás familia y a sus pacientes.