Fernando Mollinedo C.

En Guatemala la doble moral traída por los europeos conquistadores hace más de 500 años, perjudicó el sano desarrollo de una sociedad que pudo haber sido ejemplo en el mundo por su mestizaje biológico y sincretismo cultural, económico y religioso. Pero no fue así. Como producto del envilecimiento, codicia, humillación, esclavitud y servidumbre, tenemos la sociedad actual.

La doble moral amparada por la religión y usos sociales, trataron de esconder los vicios, degeneraciones, inmoralidades, perversiones, depravaciones, inmoralidades y otras conductas más utilizadas por casi toda la población inmigrante en su mayoría española, inglesa, francesa y portuguesa que vinieron al país en busca de su “sueño americano”.

La prostitución femenina fue una de las actividades que más ejercieron las mujeres que fueron traídas para esos efectos disfrazando su actuar bajo el nombre variado de actividades como “amas de casa, institutrices y ama de llaves” entre otros. Algunas se casaron con los nuevos potentados, otras establecieron negocio permanente o ingresaron a entidades religiosas, pero LA DOBLE MORAL SOCIAL desde el período de la Conquista hasta la presente fecha a las mujeres que así se ganan la vida (por placer o necesidad) las tildó como “mujeres malas, de la mala vida, zorras, putas, fáciles” y otros epítetos más.

En Guatemala existe un padrón de trabajadoras sexuales registradas en algunas dependencias del Ministerio de Salud y Asistencia Social; también es cierto que hay miles de personas que ejercen tal actividad sin el control sanitario correspondiente y eso es negativo para la sociedad; sin embargo, usualmente no se reconoce lo positivo que dicho “trabajo” representa para la convulsionada sociedad guatemalteca.

Positivo, porque calma los ímpetus naturales de fuerza y violencia, machismo y euforia en la población masculina que hace uso de dichos “servicios”, circunstancia que vista como un “desfogue natural” amaina la conducta agresiva interna de muchos hombres, sin embargo, se cometen violaciones de menores.

Ahora cabe preguntar: ¿Cuál es la “asistencia social” que les brinda el Estado a estas mujeres? ¿Exámenes médicos para la detección del VIH o del Papiloma Humano? ¿Cada cuánto tiempo?

¿Se les cobra por ello? ¿Llega tal cobertura a los departamentos? ¿Hay incremento de dicha actividad? ¿Hay control para la prostitución de menores?

¿Se maneja algún convenio con los propietarios de bares, cantinas, pensiones, auto hoteles, casas de comprensión y cariño, sean éstas cerradas o abiertas para que ellos mismos las envíen para realizar las pruebas médicas necesarias, incluyendo psicológicas en favor de su salud? ¿Se ofrecen talleres o actividades específicas sobre seguridad, prevención social y en algunos casos, para que desarrollen proyectos productivos?

¿Qué hace el Ministerio de Educación en el ámbito de la prevención de la prostitución de menores? O Sólo el Ministerio de Gobernación debe intervenir con su conducta represiva y mandar a las niñas que ya “trabajan” en ello a los Hogares “Super Seguros” custodiados por pistolero/as proxenetas.

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