Elena Salcedo Poleo
Embajadora de la República Bolivariana de Venezuela

Desde hace 18 años, cuando asumió el comandante Hugo Chávez el gobierno bolivariano, se inició una feroz oposición contra Venezuela que hoy día arrecia como nunca antes contra nuestro pueblo. Es un nuevo tipo de guerra, propia del siglo XXI. No declaradas ni tampoco invasivas como las que han conocido varios pueblos del mundo, entre ellos los latinoamericanos, si no que son actos desestabilizadores con oscuros personajes que tras bastidores promueven la violencia para crear angustia, zozobra y terror en la población.

En esta nueva fórmula participa activamente el componente mediático tradicional que, junto a las redes sociales, logran un efecto explosivo, a través de la cartelización de la información. Todos contra un país, es la consigna. Bombardear hasta la saciedad con mensajes condicionados para magnificar los conflictos existentes, es el método. Aniquilar al enemigo político, es el único objetivo.

Este guión ha sido puesto en marcha, una y otra vez, por la dirigencia opositora venezolana que se niega a participar en el diálogo y sigue rechazando el llamado de su Santidad el Papa Francisco. Cada día que no se dialoga, es un día perdido para la paz. Un día para que se imponga la violencia en Venezuela.

Mientras esto ocurre, sigue aumentando la macabra lista de compatriotas bárbaramente asesinados, con el fin de impulsar la matriz del Estado represor, solo para justificar lo injustificable: una guerra fratricida o una intervención internacional. Todas esas muertes nos duelen profundamente. Sobre todo porque es una reedición mucho más cruenta y agresiva de la que padecimos en La Salida de 2014 o en el golpe de Estado de abril de 2002.
Todo esto puede ser fácilmente confirmado por los lectores ingresando a las noticias de los medios venezolanos (los que quieran). Noticias que, sin embargo, serán distorsionadas por las cadenas internacionales que adjudican todas las víctimas a unos cuerpos de seguridad, que desde la llegada de la Revolución Bolivariana tienen expresa prohibición de portar armas de fuego para contener cualquier tipo de manifestación.

Elecciones directas, universales y secretas
Para detener esta irracional confrontación entre hermanos venezolanos, el presidente Nicolás Maduro convocó a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC), con el único fin de buscar una solución concertada y pacífica a la situación política que vive el país.

Esta convocatoria desembocará en los próximos días en una elección directa, universal y secreta, en el ámbito territorial y sectorial, que nos permitirá ejercer la democracia participativa y protagónica a la que hemos estado acostumbrados los venezolanos desde 1999. La misma oposición que hoy reniega del diálogo y de la iniciativa Constituyente, hace dos años la invocaba como único mecanismo posible para solucionar los problemas del país.

Afortunadamente, tenemos la certeza acerca de los altos niveles de consciencia que ha cultivado nuestro pueblo durante estos últimos años. Estamos seguros que el espíritu inclusivo e incluyente de la ANC permitirá retomar la senda de la tolerancia. Esa maravillosa cualidad de nuestro gentilicio que ha permitido dirimir nuestras diferencias políticas en los 21 procesos electorales celebrados en los últimos 19 años.

Nuestro llamado, no puede ser otro sino optar por el camino de la democracia, el diálogo y la concertación. Lo contrario sería avalar la barbarie. Aún están a tiempo de acompañar al pueblo venezolano que ya está en la calle, discutiendo y debatiendo como establece la Asamblea Constituyente, el mecanismo más elevado de participación y democracia existente en el orden constitucional vigente en la Venezuela Bolivariana. Juntos lo lograremos, no tenemos ninguna duda. En unidad, lucha, batalla y victoria.

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