Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Marco Tulio Abadío salió esta semana de la cárcel (por “buena conducta”), tras cumplir 13 de los 30 años a los que había sido condenado y, rápidamente, se ha convertido en el sueño de muchos y sirve para explicar la actitud de algunos de los sindicados en los casos de corrupción.

Digo que es el sueño de muchos, porque ahora Abadío podrá salir a gozar de sus bienes dado que cuando él fue condenado no existía la extinción de dominio, lo que quiere decir que podrá hacer uso de todos los recursos a su alcance sin importar el origen de los mismos y de que haya sido condenado por actos de corrupción.

Además, explica la actitud de los sindicados de ahora que buscan entrampar los procesos a como dé lugar para primero, decir que están presos de forma ilegal, segundo para hacer el mejor esfuerzo de que su caso caiga en buenas manos que los puedan ayudar a “resolver las cosas” y tercero, que mientras más pasa el tiempo menos se recuerda la gente.

Abadío se hizo de buenas cantidades de dinero mal habido que ahora podrá gozar con tranquilidad y esa situación tiene buena representación en la actualidad, puesto que vemos que muchas cosas que fueron obtenidas mediante mordidas siguen vigentes sin que nadie se inmute de nada.

A veces dicen que el “crimen no paga”, pero en Guatemala muchas veces es al revés porque el manto de impunidad permite siempre encontrar una salida “para resolver algunas cosas” y en esas condiciones es imposible pensar en una Guatemala distinta.

Por eso es que usted encuentra una fuerte inversión en redes sociales de perfiles falsos y la colaboración de otros que no son falsos, pero que son voceros de las mafias que solo se dedican a decir mentiras sobre la realidad y es que justamente buscan desacreditar cualquier esfuerzo de la lucha contra la impunidad y la corrupción para que algún día sus jefes puedan salir de la cárcel a gozar los bienes mal habidos.

Y por eso es que fue clave la Ley de Extinción de Dominio, y recuerdo que cuando se discutía la misma, los enemigos del cambio, pero amigos de la porquería también quisieron asustar con el petate del muerto diciendo que no se debía aprobar la ley porque eso abría la puerta para que el “Estado le quitara los bienes a los honrados”.

El tiempo demostró que eso era mentira y traigo eso a colación porque son los mismos argumentos que se escuchan hoy en día contra aquellas situaciones que en el país están sirviendo para enfrentar la lucha contra la corrupción, la impunidad y el fortalecimiento del Estado de derecho.

La única salida que tenemos, si es que aún la tenemos, es que en Guatemala tomemos los duros y largos caminos que nos permitan enfrentar las cosas desde sus raíces más profundas sin que tales discusiones sean afectadas por debates estériles de clasismo, odio y mentiras.

Abadío no puede ser afectado por esa extinción de dominio y por eso podrá gozar de sus bienes en paz, convirtiéndose, junto con Meyer, en modelo ejemplar de muchos mafiosos y eso nos pinta de cuerpo entero porque nunca seremos una sociedad mejor si algunos tienen esos referentes como fuentes de inspiración.

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