Rolando Alfaro Arellano
“Trata bien a la tierra. No te fue dada a ti por
tus padres. Fue encomendada a ti para tus hijos”
Proverbio Keniano
Los diversos incendios, provocados o no, constituyen un aviso a usted estimado lector de LA HORA, a efecto de cobrar conciencia y pronunciarse, para que las autoridades y público en general cobren mayor interés en el cuidado de la tierra que les vio nacer y que es la que habitamos.
En ese sentido, no es posible que piratas, delincuencia y seres extraños a nuestro país prosigan haciendo lo que quieren en un territorio como lo es la Biosfera Maya y otros lugares de interés turístico que por tales hechos macabros, únicamente pretenden desolarlos para llenar sus insanos apetitos y seguir dejando pobres a los guatemaltecos.
Sugerimos a las autoridades educativas y de turismo, interponer sus buenos oficios, a efecto que no se siga deteriorando y destruyendo la belleza natural, fauna, flora y reino animal de nuestra querida y otrora “Flor de Pascua en la Cintura de América”, cuya denominación nos legara el único Premio Nobel de Literatura de nuestro país.
Pero para refrescarle la memoria a los guatemaltecos y que recién cumplieran los 18 años, a efecto de que tomen seriedad en los asuntos de la Tierra que les vio nacer, antes que sea demasiado tarde.
Así, la destrucción de nuestros recursos naturales, denunciada por el gran escritor Virgilio Rodríguez Macal (leer Guayacán y otras obras), especialmente del lado de Petén, no solo ha continuado, sino que continúa asombrando a los puros guatemaltecos de corazón.
Al efecto cabe mencionar uno de esos fenómenos provocados en el año de 1998 por los apátridas y que no han sido verdaderamente sancionados, pues el Estado está comprometido a prevenir la contaminación del ambiente y mantener el equilibrio ecológico; sin embargo, señala la publicación consultada, no se hizo caso (el Estado), a la advertencia de que en 1998 se registrarían cientos de incendios forestales.
Por lo tanto en los últimos cuatro meses del año, más de mil 600 kilómetros cuadrados, el equivalente a 300 mil campos de fútbol o más territorio que los departamentos de Sololá y Sacatepéquez juntos, fueron arrasados por la acción de incendios forestales que se produjeron en zonas boscosas, protegidas o no, en diferentes lugares del país (CRÓNICA, 29 de mayo de 1998, p. 17).
En conclusión, si los encargados de velar por la salud y seguridad de nuestro país, no pueden enfrentar las destrucciones expuestas y que vienen dañando los recursos naturales, la salud y el turismo de los guatemaltecos, no esperemos que otros temas, de igual interés, como la seguridad, puedan ser enfrentados para garantizar el bien común de todos y cada uno de los ciudadanos nacionales.