Carlos Soto Pineda

Usted que lee el Diario La Hora, -el medio escrito que ha mantenido la imparcialidad editorial y que sigue permitiendo la diversidad ideológica de opinión en los que aquí tenemos el honor de escribir- ¿Sabe qué es Cerigua?

Durante mi infancia ese nombre retumbaba en la casa, leía sus boletines con avidez y cierto «morbo», por lo «clandestino», lo peligroso de tener entre las manos algo que si el ejército cateaba mi hogar significaba detención o desaparición forzada, por el carácter «subversivo» del material, según la óptica gubernamental represiva de la época.

Fue fundada el 8 de agosto de 1983 y desde esa época tenebrosa ha contribuido a equilibrar el desarrollo del ejercicio del derecho a la información y a romper el sesgo oligárquico de las comunicaciones.

Con la certeza de que actúa como piensa, y por lo tanto le molesta el culto a la personalidad, no puedo dejar de exponer y ponderar que el nombre del Centro de Reportes Informativos sobre Guatemala (Cerigua), va ligado a la trayectoria de Ileana del Carmen Alamilla Bustamante, quien es sinónimo de información fidedigna, de acompañamiento a las víctimas sin voz de la represión y la violencia, y quien como muchos, pertenece a una generación diezmada, a los profesionales que demuestran su respeto, amor y gratitud por nuestra Alma Mater, la vilipendiada y utilizada Universidad de San Carlos (Usac).

Es periodista profesional y abogada, nieta de Juez y Magistrado, madre, hermana y esposa de abogados; una periodista que aboga no solo por el gremio, sino por toda Guatemala, y que también se convirtió en «ingeniera» y «arquitecta» al construir -tender- puentes de comunicación y acercamiento con otras instituciones y experta en «demoliciones» porque sigue coadyuvando a derribar el muro de desinformación y silencio criminal cómplice con que han intentado maquillar y deformar la realidad del país.

En la actualidad observo el tesón con que batalla para lograr el establecimiento del «Programa de Protección a Periodistas», que si bien cuenta con la «palabra empeñada» del presidente Morales y de su Canciller, se enfrenta ahora a «trabas burocráticas» de funcionarios de «segunda línea»; a sabiendas que este Programa «no es una coraza, no es un escudo» «no blinda» a los periodistas, solo intenta establecer el enfoque preventivo y lograr el compromiso del Estado para la adopción de medidas de seguridad y protección anticipadas, para la consecución de su fin primordial de preservar la vida y específicamente la integridad de aquellos que están involucrados en el ejercicio periodístico y que están en riesgo latente por su labor en pro del derecho a la libre emisión del pensamiento y la libertad de prensa.

Que gratificante observar y ser testigo de una trayectoria que restaura el optimismo y el interés por participar gremialmente, que devuelve la confianza perdida y que hace esbozar una sonrisa de satisfacción y tranquilidad al escucharla decir que es más importante preguntarse: «¿Qué fue lo que hiciste, cómo lo conseguiste? ..Y no ¿Qué tenés y cómo te lo gastás?».

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