Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

El consultor sobre temas migratorios, Fernando Castro, se comunicó conmigo esta semana para comunicarme que los Senadores Dianne Feinstein y Kamala Harris, ambas de California, Patrick Leahy de Vermont, Michael Bennet de Colorado y Mazie Hirono de Hawai, presentaron una iniciativa para que Estados Unidos, dentro de su política migratoria, otorgue una Tarjeta Azul a los trabajadores agrícolas que residen en ese país en condición irregular. Esos senadores representan estados en donde es muy importante la actividad agrícola que depende, literalmente, de la mano de obra de esos inmigrantes ilegales.

La iniciativa fue canalizada para que se logre una aprobación en el poder legislativo de los Estados Unidos y de esa manera garantizar acceso a mano de obra a los productores agrícolas que han empezado a resentir la ausencia de trabajadores ahora que, por temor a ser localizados y deportados, muchos se cuidan de acudir a los sitios en donde generalmente se reunían para ser contratados.

Según Fernando Castro, esta iniciativa tiene que ser apoyada mediante un intenso cabildeo por los gobiernos del Triángulo Norte de Centroamérica que son los que más trabajadores agrícolas envían a los Estados Unidos y, ante la proximidad de una reunión con el Vicepresidente Pence, sugiere que nuestra Cancillería asuma un liderazgo regional para conformar un verdadero bloque que pueda apoyar la propuesta anunciada esta semana por los miembros de la Cámara Alta del Congreso de los Estados Unidos.

En realidad no debiera necesitarse el consejo de un asesor migratorio como Fernando Castro con tanta gente devengando salarios en la Cancillería, pero como está demostrado que nuestro Ministerio de Relaciones Exteriores es una cacharpa inútil, conviene que el mismo Presidente se entere de esta iniciativa, que sin duda no le ha comentado su Canciller, para que cuando tenga la reunión con Pence pueda asumir una postura a efecto de lograr que el Ejecutivo norteamericano respalde la iniciativa que, curiosamente, es suscrita por miembros del partido Demócrata que no tiene la mayoría necesaria para convertir en ley la idea de documentar a esa mano de obra indispensable para mantener la producción agrícola.

Es una pena que siendo el tema migratorio tan importante no solo para los compatriotas que viven en Estados Unidos, sino para la misma economía de nuestro país que depende de sus remesas, tengamos una Cancillería tan lenta para actuar en defensa y promoción de los intereses de los guatemaltecos que se vieron expulsados de su propia patria por la ausencia de oportunidades y de facilidades para mejorar su condición de vida.

El centro de nuestra política exterior, sobre todo a partir de las posturas xenofóbicas del nuevo gobierno norteamericano, debiera ser justamente la defensa de nuestros compatriotas en Estados Unidos, pero la burocracia nuestra muestra su secular ineptitud al no actuar con la diligencia y eficacia para garantizar, como mínimo, los derechos humanos de los compatriotas que se han radicado en alguna de las grandes ciudades norteamericanas y que trabajan, muchas veces, en actividades agrícolas que los ciudadanos de aquel país no quieren desarrollar.

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