Claudia Escobar. PhD.
claudiaescobarm@alumni.harvard.edu
El nuevo libro del reconocido académico Robert Rotberg, “The Corruption Cure” presenta un amplio y profundo análisis del fenómeno de la corrupción en distintos países. De forma clara explica las causas y consecuencias de la corrupción, la relación de la misma con la violencia y cómo los países que han logrado erradicarla también han avanzado en temas de desarrollo, lo cual ha generado mayor prosperidad para sus habitantes. Pero lo más importante del libro es que indica cuáles son algunas de las acciones concretas que se deben implementar para combatir dicho mal.
El autor hace referencia a la importancia de la libertad de prensa; a la posibilidad de que los ciudadanos manifiesten abiertamente su rechazo a la corrupción; a la necesidad de implementar controles en la administración de recursos públicos a través de la tecnología; a elevar las competencias de los funcionarios públicos; pero resalta dos aspectos: El primero es que exista un Sistema de Justicia sólido, que se caracterice por jueces independientes e imparciales y el segundo es la voluntad política de líderes que promuevan con su ejemplo un comportamiento ético en toda la función pública.
Lamentablemente vemos que en nuestro país estas dos condiciones son difíciles de lograr. Dentro del Sistema Judicial, los jueces y magistrados independientes e imparciales son la excepción y no la regla; pues constitucionalmente el poder judicial está sujeto al poder político. Un ejemplo de esto es que son los diputados quienes nombran cada 5 años a los magistrados en las cortes más importantes del país.
Rotberg indica que “La importancia de jueces independientes y de sistemas de justicia que funcionen adecuadamente es vital para el éxito de la lucha contra la corrupción.” También afirma que “Los jueces libres de influencia política o ejecutiva son esenciales para el empleo efectivo de mecanismos legales para frenar la corrupción.” A su criterio en los lugares en que la institución judicial es débil, los resultados de los casos sometidos a su consideración, suelen ser influenciados por consideraciones políticas, lo cual para nosotros en Guatemala es el pan de cada día.
Tristemente nuestro país sirve para ejemplificar lo que sucede en naciones en donde la corrupción es sistemática: “Cuando todas las entidades burocráticas y de seguridad de un Estado existen primordialmente para extorsionar y no para servir a la ciudadanía y facilitan todo tipo de bandolerismo, entonces un estado-nación puede ser considerado completamente corrompido y criminalizado, como en Afganistán, Bulgaria, Guatemala, Honduras, Rumania, Rusia, Túnez y Zimbabue. »
Según expresa Rotberg: “El tener una legislación anticorrupción excelente y reglamentos fuertes, códigos penales apropiados, e investigadores y fiscales celosos de su labor, sin mencionar a los auditores y ombudsman, no es suficiente, si los tribunales son corruptibles o al menos susceptibles de influenciar.”
Para lograr una verdadera justicia independiente en Guatemala, debe darse previamente una reforma constitucional que garantice que los funcionarios judiciales estén fuera del ámbito de influencia de los políticos y de otros sectores poderosos.
Como claramente nos indica un verdadero experto en la reconstrucción de estados fallidos, de nada sirven todas las demás acciones si no existen tribunales imparciales con jueces íntegros e independientes.
Lo que hace falta es que los líderes de nuestro país asuman lo que Rotberg denomina un comportamiento enmarcado en el universalismo ético y que puedan seguir la ruta señalada para construir un verdadero Estado de Derecho.