Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82

Vivimos en medio de un mundo polarizado y Guatemala no es la excepción. Aquí se está exacerbando una lucha de clases que desborda pasiones y que además resulta estéril porque no estamos debatiendo sobre el fondo de los problemas sino nos limitamos al radicalismo tal y como lo muestran unos videos que captaron lo que se vivió en el Congreso la semana pasada.

Y ante ese mundo de mucho hígado y poca razón, los franceses dieron el domingo una lección al mundo: que los radicalismos no son el camino. Teniendo el ejemplo de Brexit y de Trump en Estados Unidos, el pueblo francés dijo basta ya a ese discurso que genera odio y divisionismo para darle paso a una más mesurada posición de la gran mayoría francesa que vio en Emmanuel Macron al representante de esa corriente más sensata que no mete los problemas bajo la alfombra, pero que tampoco pretende resolverlos con odios y sembrando el miedo.

Y ese es justamente el llamado que debemos atender como país en un momento en el que Guatemala se desangra y todos corremos pegando de gritos escandalizados por lo que pasa, pero nadie se ocupa de llevar al herido a un centro médico para que sea atendido. Siguiendo con el ejemplo, estamos aturdidos por lo que representa ver a alguien morir lentamente, pero ese shock no nos permite hacer nada para cambiar la realidad (aunque a veces el shock es conveniente para algunos con el afán de no entrarle al fondo de las cosas).

Y ahora, en este momento definitivo en la historia del país, es cuando debemos ser más sensatos, más maduros, más serios, menos higadosos, rencorosos y menos clasistas para encontrar una salida a la crisis que es prácticamente eterna porque el abandono al que hemos llegado no se dio de la noche a la mañana.

Y con la intención de respaldar las palabras, es que aquí en La Hora y gracias al esfuerzo de muchas personas, hemos logrado poner la primera piedra con La Hora Voz del Migrante (en Guatemala y Estados Unidos) que busca darle una voz a esos millones de personas que han tenido que largarse por la composición de este sistema que se resiste a sufrir cambio alguno.

La Hora Voz del Migrante busca ser un catalizador de ideas, de sueños, de anhelos, de estupendas historias de sacrificio y valor, así como una tribuna para hablar sobre lo que no está bien y debe cambiar de manera adecuada y sostenida mediante propuestas serias y coherentes.

Además, se da en un momento clave porque los migrantes han sido constantemente instrumentalizados y ahora que votarán en un par de años, esa amenaza es aún más fuerte y por ende, aquí vimos la necesidad de tender puentes que nos permitan pensar en una Guatemala mejor, diferente y en la que quepamos todos.

Gracias al esfuerzo de miembros de la comunidad migrante, de nuestros colaboradores en La Hora, que forman uno de los equipos más comprometidos tanto con el país como con sus familias, apostando por el cambio y gracias al apoyo de anunciantes y lectores, logramos poner una primera piedra sabiendo que, como es todo en la vida, falta seguirnos esforzando para terminar de construir un sueño que nos ayude a incidir de manera más directa en el futuro.

Si queremos cambiar Guatemala y que nuestras familias (de todo el espectro social) tengan un futuro sostenible, debemos dejar por un lado los extremos y aprender la lección que los franceses le dieron al mundo.

Artículo anteriorJOSÉ SARAMAGO: Todos los nombres (XXXVI)
Artículo siguienteHomenaje a la abuela