Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

Los jóvenes posiblemente no conozcan mucho del talento artístico de Mario Moreno, Cantinflas, y menos de sus películas más antiguas, entre estas “Ahí está el detalle” considerada como clásico del cine mexicano, filmada en 1940 y en la que participaron grandes figuras de la cinematografía como Joaquín Pardavé y Sara García. Y esa frase, que Cantinflas pronuncia repetidamente en el juicio culminante de la obra, cae ahora como anillo al dedo cuando empiezan a escucharse algunas voces sensatas respecto al polémico tema de la reforma al sector justicia.

En efecto, el detalle está en que nuestro actual sistema de justicia no puede perpetuarse porque está viciado a partir de la forma en que han operado las Comisiones de Postulación y por la manera en que el Congreso termina haciendo la elección de quienes deben ocupar las importantes magistraturas, tanto en las Salas de Apelaciones como en la Corte Suprema de Justicia. Empieza uno a leer comentaristas que han sido acérrimos enemigos del proceso que se inició el año pasado para modificar la estructura de nuestro Poder Judicial, reconociendo que lo actual no funciona y que no podemos seguir operando bajo el patrón absolutamente cooptado.

La verdad es que ahí está el verdadero detalle de todo este enredo. Yo pienso que tenemos que analizar con madurez y seriedad la situación actual para decidir nuestra hoja de ruta. Si es cierta la premisa de que a partir de la última reforma constitucional, la realizada en tiempos de Ramiro de León Carpio, se facilitó la forma en que operadores políticos de los poderes reales, pero ocultos del país, podían maniobrar en las Comisiones de Postulación, especialmente aprovechando la proliferación de universidades de garaje, es indispensable buscar otros mecanismos para evitar que nuestros administradores de justicia tengan que pactar con esos poderes como requisito indispensable para integrar alguna de las Cortes.

Personalmente creo que el tema de la carrera judicial es adecuado, aunque reconozco que tiene un vicio o pecado original porque algunos de los que ya forman parte de esa carrera llegaron por procedimientos viciados, pero supongo que al no tener que pactar con los poderes más tenebrosos, podrán actuar apegados a derecho y privilegiando la ley sobre cualquier otro tipo de consideración.

En todo caso, me parece importante que aquellos a los que no les parezca que ese es un buen camino hagan propuestas para centrar el debate en algo de fondo y abandonar esa postura actual de satanizar al adversario calificándolo de comunista o de defensor de la oligarquía, dependiendo del bando que cada quien vaya asumiendo. Este es un problema de Nación, serio y complejo que a todos nos puede terminar pasando factura porque la ausencia de justicia pronta y cumplida es gravísima para esa cacareada aspiración de vivir bajo reglas claras y un Estado de derecho. La impunidad actual está al servicio de la corrupción y por ello ha sido cuidadosamente construida por los grupos de poder.

Si el detalle, que no es un pequeño detalle, está en que nuestro sistema de justicia no funciona, busquemos una salida para lograr el cambio más positivo a fin de asegurar la independencia y eficacia de los juzgadores.

Artículo anteriorNo existe “fórmula mágica” para crear empleos
Artículo siguienteIncapacidad administrativa