Dr. Luis Fernando Cordón Morales
@lfercordon – buzonasprodecogt@gmail.com

La Ciudad de Guatemala está alejada de convertirse en un lugar para vivir del que pregonan las autoridades municipales, que pese a cierto esfuerzo, hasta el momento es únicamente un lugar donde abunda la anarquía que puede constatarse con solo recorrer la urbe, ya que como mínimo se puede observar: los innumerables basureros que colindan principalmente las zonas populares; baches por doquier; restos de trabajos municipales en las orillas; tragantes sin tapadera; aceras ocupadas; incontables cables colgando de postes; contaminación visual por abundante publicidad en rótulos, vallas gigantescas, pantallas sumamente iluminadas y personas con letreros sobre hombros o cabeza; conductores, motoristas y taxistas violentando los límites de velocidad, irrespetando pasos peatonales y señalización; buses, pick up y camiones piratas cargados de pasaje, aprovechando el mínimo espacio hasta convertirlo en un aposento para el acoso sexual, ignorando las reglas de conducción y brochas que hacen de cualquier parte del trayecto su urinario improvisado; transporte público sobrecargado y con paradas continuas extendidas; contaminación auditiva de bares, mercados, tiendas, abarroterías, y de vehículos estacionados con personas ingiriendo bebidas alcohólicas en la vía pública.

A todo eso se enfrenta diariamente el vecino para llegar con dosis básica de estrés a su destino, y si le sumamos largas colas por saturación vehicular, alguna colisión, desperfectos mecánicos, reparación de calles o cierre de la vía, termina de convertir el recorrido en un infierno no apto para cardiacos y que exige autocontrol para mantener la paciencia y lograr una resignación ante esas situaciones externas.

La lamentable tragedia de la semana pasada que cobró la vida de una adolescente y lesiones a otras menores de edad pudo evitarse si los adultos que las tenían a su cargo hubieran privilegiado resguardar su integridad física ante su exposición en el ejercicio a su derecho constitucional de manifestar, acudiendo previamente a solicitar el control estatal, a través de gobernación departamental y la empresa municipal de tránsito, para que con el acompañamiento de estas se garantizara la seguridad de los participantes que es deber del Estado, pero el caos en el que vivimos a diario y el continuo irrespeto a las normas sociales no les permitió prever. El suceso conmocionó al ver que fueron arrolladas por un vehículo que no detuvo su marcha sobre la concentración estudiantil, según imágenes que circularon en distintos medios, ahora, con una persona sospechosa sometida a proceso penal habrá que esperar que se cumpla con el fin de averiguar el hecho y sus circunstancias, la posible participación del sujeto y el pronunciamiento de una sentencia que pueda ser ejecutoriada.

A ciudadanos y autoridades nos queda decidir si queremos seguir sobreviviendo a la jungla que hemos creado; o bien, tomamos las acciones pertinentes para que esto cambie y escenas como las ocurridas no se repitan. Para ello habrá que hacer conciencia y enseñar a nuestro círculo que los derechos no son absolutos sino que son limitados, ya sea por la ley o por la existencia del derecho de los demás, y así alcanzar la armonía necesaria para vivir con bienestar.

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