Alfredo Saavedra

Desde Canadá.- El pastor don Meredith, respetable ministro evangélico, es ministro de una congregación Pentecostés, con una iglesia de numerosa feligresía, donde preside los cultos con aparente mayor dedicación que sus funciones en el Senado Canadiense, donde hace alarde de su presunta dedicación a los asuntos relacionados con la juventud, sector de la población amparado por numerosas iniciativas a cargo de varias organizaciones sostenidas por el gobierno.

La Iglesia Pentecostés forma parte del abanico de iglesias protestantes que en Canadá tienen una variedad de expresiones, que van desde la formalidad de las denominaciones oficiales de la Iglesia Anglicana, la Iglesia Unida hasta una multitud de iglesias que incluyen las que mezclan el culto del cristianismo con el vudú africano. El reverendo Meredith, un afrocanadiense, además de su cargo de Senador, con un sueldo de 140 mil dólares al año, más los otros rublos de que disfrutan los senadores, debe tener un sueldo  más en su función de pastor. El señor Meredith viste de forma correcta en trajes de corte sartorial. No es mal parecido y luce un bigote decente en una cara de las que en inglés llaman clean face. Su atractiva personalidad influye a su favor cuando en los sermones con su voz grave hace resonar el amplio auditorio de su templo.0

En ese escenario el ministro Meredith conoció a una niña de 16 años, recién llegada a Canadá, con visa de estudiante y con una virginidad economizada para quien la desposara más tarde. El pastor quien notó la presencia de la chica, a lo mejor impresionado por una belleza que para los lectores de la prensa es una conjetura, se acercó a la niña y le dio la bienvenida a la congregación y tras una corta entrevista que anticipó una más larga después, le entregó una tarjeta con la promesa de ayudarla con el clandestino pensamiento de que “ratón tierno es buen bocado para gato viejo”.

La cosa es que la jovencita se fue feliz con la tarjeta, identificando al Senador, y el sueño de que en su momento tendría el empleo que el pastor le prometiera y que más tarde extendería esa bondad para con la oferta de ayudar a que sus padres llegaran a Canadá, donde serían ayudados también por el “benefactor” alto funcionario. Tras una difícil conquista donde la muchacha opuso una tenaz resistencia a los avances del orador evangélico y Senador, la joven fue seducida con invitaciones a cenar y con regalos que prometían buenos dividendos para el evangelista, dependiendo de cómo siguiera el negocio en el que el pastor hacía una inversión con dinero de los gastos de representación pagados por el Estado.

La conclusión fue que de agarraditas de mano se pasó a más cuando el religioso convenció a la niña para que por el sistema de Skype por medio de sus respectivas “laptops” se desvistiera y le mostrara los pechos con lo que el reverendo satisfacía su lujuria con masturbaciones que al final lo dejaban en paz con Dios y todo lo demás. La niña llegó a la mayoría de edad y con ello la pérdida de la virginidad en manos o lo que sea del ministro-Senador quien se la comió igual que el gato de la fábula, sin cumplir con todo lo prometido. La joven no quiso quedarse burlada así nomás e hizo un escándalo cuyo episodio final fue que el martes 2 de mayo, el Senado por votación unánime le dio un puntapié en el trasero al Senador y ministro evangélico inmoral y lo puso de patitas en la calle. Ahora, como gato escaldado, del agua fría tendrá que huir.

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