Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt

En el año 2008 Pedro Pablo Marroquín, entonces recién incorporado al periodismo robando tiempo a su oficio de abogado, nos propuso el proyecto de La Voz del Migrante que arrancó en aquel tiempo como una publicación que circularía en Guatemala para dar a conocer historias de nuestros compatriotas viviendo en Estados Unidos. La publicación fue exitosa, pero la muerte de Rodrigo Rosenberg en mayo del año siguiente planteó nuevas responsabilidades para Pedro en el bufete y debió cerrar el proyecto por falta de tiempo para atenderlo como se merecía.

Pero su origen había sido por el interés y preocupación que en nosotros ha despertado ese enorme e invaluable contingente de guatemaltecos que emigran en busca de las oportunidades que su patria les niega, no solo por conceptos básicos de injusticia social, sino porque los recursos que debieran servir para generar opciones de mejora en el desarrollo humano, se los terminan robando nuestros políticos con sus socios con los que hacen insolentes negocios que ahora, gracias a la CICIG y el Ministerio Público, ya no son tema de chismes o comentarios callejeros, sino nutren procesos que luchan por no entramparse en el mar de la impunidad.

Hace varios meses empezamos a acariciar la idea de revivir aquel proyecto, pero con una visión distinta, puesto que nos propusimos imprimir tanto en Estados Unidos para circular entre nuestros compatriotas que viven en ese país, como en Guatemala para ser un instrumento de comunicación entre ambas comunidades.

Buscamos aliados entre los migrantes para que el proyecto fuera también de ellos, para que este nuevo medio de comunicación no fuera simplemente una publicación del Grupo La Hora, sino que fuera sobre todo un proyecto de los mismos migrantes y desde nuestros primeros contactos con miembros de la comunidad vimos entusiasmo, fe y determinación de hacer posible ese sueño nuestro que ahora es sueño de muchos. Estamos imprimiendo en Washington y terminando la aplicación específica que tendrán en sus teléfonos inteligentes los que viven en Estados Unidos y quienes quedaron en Guatemala, para que puedan tener una comunicación más fluida y profunda.

Internet abre un mundo de oportunidades, pero hemos visto que nuestros compatriotas quieren tener en la mano la publicación impresa que les reporta no solo lo que pasa en su Patria, sino también les nutre de buenos consejos para enfrentar su nueva vida en las adversas condiciones que les toca vivir. Consejos, además, sobre cómo hacer más productivas las remesas para que no lleguen solo a nutrir el consumo, sino que se conviertan en inversión para el futuro de sus familias, en educación, salud, vivienda, servicios y cualquier otro aspecto que pueda elevar el nivel de vida de miles de personas que dependen de ese esforzado envío que hacen los chapines y que mantiene al país.

Es un sueño que hoy veo hecho realidad gracias al aporte de nuestros aliados en el proyecto y de mis hijos José Carlos, Juan Fernando y Pedro Pablo, quienes se han volcado a darle vida con una pasión y energía que me entusiasma y del extraordinario personal de La Hora que no escatima esfuerzos para asegurar el éxito de esta nueva empresa.

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