Edith González

La paz en la tierra, suprema aspiración de toda la humanidad a través de la historia, es indudable que no puede establecerse ni consolidarse si no se respeta fielmente el orden establecido por Dios.
Juan XXIII

Con asombro, indiferencia, enojo, molestia…vivimos los guatemaltecos los últimos acontecimientos que han alterado el orden social y político de nuestro país. En estos hechos se han visto involucrados niños y adolescentes, quienes en el desconocimiento de la autoridad y sus normas, en la rebeldía propia de la etapa de vida o en el deseo de causar daño han llegado bastante lejos.

Casos como el de las adolescentes del Hogar Virgen de la Asunción, quienes son internadas por los padres, porque no logran que les hagan caso; porque se involucran en las pandillas, o porque se rebelan ante la imposibilidad de que en la pobreza de la familia se les celebren los 15 años. O situaciones como la de los adolescentes de Fraijanes II que revelados ante la autoridad exigían visitas conyugales. O las chicas de Comercio No. 2 que decidieron apoyadas, incluso, por representantes de Derechos Humanos, salir a la calle a bloquear el tráfico, para tratar de solucionar un problema interno. Y qué decir de la niña de 11 años capturada portando arma de fuego en El Mezquital o las de 11 y 15 capturadas por disparar contra un tendero, son ejemplos de la falta de control y formación de valores y de ciudadanía.

Muchas de esas acciones se producen porque los padres no han tenido tiempo de educar a sus hijos y los establecimientos educativos están muy ocupados en cumplir con los programas académicos que no incluyen una verdadera educación para la paz centrada en educar y para la resolución no violenta de los conflictos.

Descubrir la perspectiva positiva del conflicto. Verlo como una forma de transformar la sociedad y las relaciones humanas hacia mayores cuotas de justicia, aprendiendo hacer valer y respetar nuestros derechos de una manera no violenta. Aprender a analizar los conflictos y a descubrir su complejidad. Encontrar soluciones que nos permitan enfrentar los conflictos sin violencia, llegar a soluciones en las que todos ganemos desarrollando asertividad, es educar para el conflicto lo que supone aprender a analizar y resolver los conflictos, tanto a nivel micro los conflictos interpersonales en nuestros ámbitos más cercanos: clase, casa, barrio… como a nivel macroconflictos sociales, internacionales…

En el nuevo siglo, aprender a resolver conflictos de manera justa y no violenta es todo un reto para la educación para la paz. Si consideramos que el conflicto es positivo podríamos suponer la diversidad y la diferencia como un valor, reflexionando sobre el conflicto como la principal palanca de transformación social, y como una oportunidad para aprender.

Según dice el doctor colombiano Enrique Chaux: El objetivo principal no es que el profesorado aprenda a resolver los conflictos de los alumnos y alumnas, sino trabajar con ellos para que aprendan a resolverlos por sí mismos, convirtiendo esa resolución no sólo en un éxito presente, sino en un aprendizaje para otras situaciones que se les darán en la vida cotidiana, lo que se hace indispensable para la formación de mejores ciudadanos.

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