Marco Tulio Trejo Paiz

La violencia criminal sigue cobrando víctimas entre los pilotos de autobuses urbanos y extraurbanos, y de los ayudantes.

Todo el territorio nacional ha sido ensangrentado por los hechos de los pícaros incorregibles, ¡y es que el hombre anda a caza del hombre muy desenfrenado!

Los enemigos de la ley -bestias de dos patas- y de los derechos humanos, muy campantes andan cometiendo crímenes en las carreteras y calles citadinas en motocicletas.

No hay día de Dios (o del diablo) sin que no sean perpetrados los asesinatos de pilotos. El motivo de las barrabasadas es la extorsión.

En vez de trabajar honradamente, los asesinos se vienen dedicando a toda hora al crimen que está siendo perpetrado sin que las autoridades puedan evitarlo.

¡Pobre Guatemala! Figura en la lista negra internacional ocupando uno de los primeros lugares. ¡Ya mero obtiene el campeonato!…

Los matones de marras actúan impunemente porque hace falta una eficaz estrategia de la Policía Nacional Civil, cuyos jefes hacen todo lo posible en esa turbonada de actos de lesa humanidad.

Es oportuno y conveniente sugerir al Ministro de Gobernación y al Director General de la PNC que estudien a fondo la sangrienta situación para asestar duros golpes a los facinerosos por lo que está ocurriendo

Debe ponerse en acción el número de agentes policiales uniformados y no uniformados para obtener resultados satisfactores, eficientes, en los caminos y vías del sistema vial de nuestra metrópoli capitalina y demás ciudades de los departamentos de la República.

Es hora de proceder con buena estrategia a frenar de una vez por todas los crímenes que están afectando a tantos hogares de la clase modesta, que depende del salario dignificante.

Muchos, pero muchos hogares de gente humilde están cubriéndose de luto y dejando a los niños y niñas en la orfandad y a las esposas de los conductores de autobuses urbanos y extraurbanos en plena y muy lamentable indigencia. ¡Qué desgracia, qué fatalidad!

Juan Pueblo opina que deben ser fusilados los forajidos como en las dictaduras de lejanos tiempos.

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