Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Ya en este espacio utilicé de forma parafraseada la famosa frase de James Carville, cuando le dijo a Clinton “es la economía estúpido” refiriéndose a que eso debía ser la base de su primera campaña presidencial.
Y se me viene a la cabeza esa famosa frase porque ahora que todos los que se oponen a los cambios a la Constitución se preocupan porque sus efectos “puedan derivar en una Venezuela”, he de decirles como Carville a Clinton, que no es la Constitución lo que nos puede llevar a ser gobernados por un populista, sino nuestra incapacidad para abordar los problemas de fondo del país.
Dicen que el Consejo Nacional de Justicia nos tira de cabeza a la ruta de “un Maduro”, pero no se oye ni se siente la misma preocupación cuando se conocen cifras de 2.5 millones de jóvenes sin educación, cuando se sabe que solo el 59% de nuestra juventud fue vacunada y que miles de jóvenes fueron asesinados.
Tampoco se oye indignación ni preocupación por la cooptación del sistema que permite tener poderosos personajes como Blanca Stalling, quienes son el verdadero poder del Organismo Judicial. Ayer, la exmagistrada Claudia Escobar explicaba cómo es que funciona ese sistema de chantajes por medio de los cuales, con apoyo en el manejo administrativo, se vacuna a los buenos jueces y se les condiciona su ascenso si no cumplen con lo que piden las mafias.
Iván Velásquez y Thelma Aldana pasaron de ser héroes que metieron a la cárcel a Pérez y a Baldetti y quienes lograron detener la victoria de Baldizón por la investigación en contra de su vicepresidente, a ser para algunos, las personas más despreciables porque se metieron en pantanos prohibidos en esta sociedad.
Si queremos evitar caer en las manos de un populista no debemos repetir la ruta de Venezuela, es decir, debemos atender los grandes focos de desigualdad y cooptación porque eso fue en lo que en primer lugar dio paso a Chávez. Los populistas surgen de la inhabilidad de las élites, de los grupos de poder en general para atender los problemas estructurales en educación, salud, seguridad, justicia (impunidad), rendición de cuentas, financiamiento electoral (mafias), otorgamientos de contratos a dedo con la participación de autoridades y un largo etcétera.
Si quieren debatir, debatamos, pero no podemos hablar de la justicia sin hablar de su cooptación, sin abordar el problema de los mafiosos que le ganan a los buenos jueces porque deciden jugar por un set de reglas diferentes. Si queremos hablar de la justicia hablemos, pero no podemos olvidar el factor Stalling que ahora encarna la crema y nata de los operadores de los que no puede depender nuestro sistema de justicia.
¿Los que se oponen, ¿han hablado con algún juez que les ha contado cómo el mismo sistema lo hunde y trata de orillarlo a ser parte de las mafias? La necesidad de que la Corte Suprema de Justicia se dedique a administrar justicia, pero no recursos es obvio, nos guste o no, y también es necesario fortalecer la carrera judicial porque no puede ser que no se apoye a los buenos jueces.
Pero solo quiero terminar recalcando que si queremos evitar ser una Venezuela, lo que procede es atender los problemas de fondo y dejar por un lado, desde la izquierda y la derecha, cualquier discurso que solo sirva para dividirnos y hacer más profundas las heridas que hacen casi imposible una verdadera recuperación del país.