Todd D. Robinson
Embajador de los Estados Unidos de América

Cada pueblo está formado por su historia, su presente, y su visión del futuro. Cuando se firmaron los Acuerdos de Paz en 1996, Guatemala soñó con una paz duradera, que brindara justicia e igualdad para todos. En abril de 2015, cientos de miles de guatemaltecos empezaron a salir a las calles para escribir un nuevo capítulo de su historia. Sostener la esperanza y las expectativas que surgieron entonces requiere el compromiso y las acciones de toda la ciudadanía.

Aunque persisten retos al avance de Guatemala, me gustaría instarles a que no pierdan de vista el panorama del presente. En abril de 2015 hubiera sido difícil imaginar los cambios de los últimos dos años: los casi rutinarios casos que exponen la corrupción de alto nivel, la cantidad de legislación de peso aprobada para fortalecer la transparencia y las instituciones, la reducción de 5% en el crimen en 2016 (y 21% durante la última Semana Santa), y la recuperación de 2.2 millardos de quetzales en impuestos atrasados y multas.

A menudo, el progreso es más lento de lo esperado, más doloroso de lo previsto, y no sin contratiempos. En 2016 preocupó el aumento en ataques contra dos grupos que están al frente de la lucha por una mejor Guatemala: los defensores de derechos humanos, que luchan por la justicia, y los periodistas, que proveen un espejo imprescindible de la sociedad. Esperamos ver el avance de las políticas públicas que contendrán un mecanismo de protección para defensores de derechos humanos y para periodistas, con el apoyo de la Comisión Presidencial de Derechos Humanos. Fortalecer instituciones y el Estado de derecho requiere tiempo, perseverancia y coaliciones inclusivas.

El progreso requiere un compromiso sostenido de todas las partes: un esfuerzo unificado de todos los dirigentes en el gobierno, el sector privado y la sociedad civil. Es importante tomar una postura realista, mesurada, y enfocada en el largo plazo para afrontar los retos restantes: tanto los bien conocidos (e.g. la salud, la educación, la infraestructura, etc.), como los tradicionalmente ignorados (e.g. la protección de la niñez y otros grupos vulnerables).

No será fácil. El cáncer de la corrupción es una enfermedad que requiere que todos los países, incluyendo los Estados Unidos, estén atentos para combatirlo. Somos socios en esta lucha mundial. En Guatemala la corrupción continúa siendo profunda. A veces, los cambios serán dolorosos, y requieren una introspección incómoda. Me han inspirado tantos guatemaltecos que, con sus acciones y sacrificios, aseguran que una mejor Guatemala vale la pena.

A quienes luchan por la verdad, la transparencia, y la justicia, en particular los defensores de derechos humanos y periodistas que dirigen esta lucha, les decimos: estamos con ustedes, y la historia está de su lado. Seguimos nuestro compromiso con Guatemala. Esperamos que la visión del pueblo guatemalteco en el 2015 siga su impulso. Es su destino, su futuro, su decisión.

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