Marco Tulio Trejo Paiz

La crisis política de Venezuela se agrava cada día a por las gracias y desgracias del repudiado Presidente del país austral, Nicolás Maduro.

Las calles de Caracas -la capital- y demás ciudades de la patria de Simón Bolívar se mantienen ocupadas por la abrumadora mayoría de la oposición, que trata de echar a pique al gobierno de Maduro, quien, como se vaticina, puede caer en cualquier momento como zapote pasado de maduro…

Los jóvenes Ernesto y Vilma son esposos, de 22 y 21 años.

Sus declaraciones para La Hora son muy explicativas acerca de la imperante situación venezolana.

Nuestros coterráneos, agregaron, pasan muchas penurias para sobrevivir a causa de las condiciones susceptibles de provocar una revuelta por demás sangrienta que, incluso, podría involucrar a otros países de la región que, por razones de solidaridad, como lo decía amenazantemente contra otras naciones el ahora difunto Hugo Chávez.

Siguieron diciendo los jóvenes esposos entrevistados que muchos hombres y mujeres que protestaban en la vía pública perdieron la vida por las acciones de fuerza bruta del régimen que se declaró socialista a lo soviético-castrista.

El tambaleante orden de cosas de Maduro viene derrochando los dineros del Estado para costear las millonadas que ocasionan los actos orientados a contrarrestar las acciones de los grupos de oposición que se proponen echar abajo ya debilitado gobierno indeseable de Maduro.

Afirman Ernesto y Vilma que casi toda la población de Venezuela está en la calle de la amargura, pues la gente virtualmente no tiene qué comer. Hay mucha, realmente mucha escasez de productos alimentarios y, para hacer más problemática la vida, los precios han encarecido todo lo que se necesita en los hogares.

Las personas que rumian la extrema pobreza están como condenadas a perecer de hambre irremediablemente. ¡Qué fatalidad!

Los supermercados están vacíos. Es insoportable lo que acontece bajo el desgobierno de Maduro apuntalado por las escopetas que dejó Hugo Chávez Frías.
Juan Pueblo sólo frunció el ceño significativamente ¡y…calló!

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