Alfredo Saavedra

El título de este artículo implica un pleonasmo, necesario para ilustrar la gráfica de las pancartas con la leyenda en Inglés I LOVE SCIENCE, con el clásico diseño de un corazón, que en el lenguaje estadounidense simboliza el sustantivo AMOR, dentro de una muy expresiva forma de comunicación actual en esa gran nación. Millares de pancartas inundaron las multitudinarias manifestaciones realizadas el pasado sábado 22, en varias ciudades de la Unión Americana y otras partes del mundo.

En el Distrito Central de Washington se hizo muy patente la demostración frente a la Casa Blanca, como una advertencia al presidente Donald Trump, sobre la representación de un importante sector de la población que proclama el significado de la Ciencia, factor preponderante en una nación que se impulse en la sociedad mundial como la mayor potencia no solo en lo económico, sino de fuerza como expresión de superioridad en el planeta.

La demostración en la capital federal, tuvo el refrendo de científicos de los diversos campos de la investigación, pero también científicos de laboratorio que en manifestación unánime formaron el desfile. Hubo presencia de científicos de importantes universidades como la University of Northern Iowa Center for Energy and environmental Education. La doctora Ashley Morris, presidenta de la Asociación de Biólogos, profesora de genética en Middle Tennessee State University, dijo que llevaría a sus pequeños hijos para que participaran en una manifestación donde se patentizaría que: “Todos necesitan de la ciencia y la ciencia necesita de todos”.

Coincidió el movimiento en favor de la relevancia de la ciencia, con la conmemoración del Día de la Tierra que, en varias ciudades del mundo tuvo la participación de mujeres y hombres consecuentes con la importancia que tiene el despertar de conciencia sobre la necesidad de salvar al planeta de lo que vaticina una inminente destrucción, para infortunio no solo de las generaciones actuales, sino las del futuro, con el sombrío prospecto de perder el inmenso hábitat que el globo significa para la humanidad.

Fue relevante que la demostración en Washington tuviera como objetivo adicional, mostrar al presidente Trump el carácter popular que tiene el concepto de ciencia en una población que no permanece ajena al desprecio que el gobernante tiene por los valores que son una señal de alarma ante los peligros que enfrenta la humanidad, en medio de un desolador panorama que envuelve en guerras a varias regiones del mundo. Fenómeno con tendencia a agudizarse con riesgo de una conflagración nuclear, en la que el señor Trump está muy comprometido con sus desafíos en perjuicio de la paz mundial.

La posición arbitraria del desatinado presidente de negar el proceso de Cambio de Clima, que sus limitaciones mentales hacen calificar de “una farsa” el fenómeno, es opuesta a la concepción de la comunidad científica, que prenuncia una probable catástrofe, evitable si se encaminan esfuerzos para contrarrestar esa amenaza. Actitud diferente la del jefe del Ejecutivo estadounidense que se alinea con los intereses del sector industrial del monopolio del petróleo, en una constante de manejar una política de negación a la propuesta de la ciencia, que propugna abrir todos los canales posibles para la revitalización de la enseñanza a nivel masivo sobre la urgencia de procurar la salvación del planeta.

Las demostraciones del sábado pasado se ampliaron a importantes urbes como Nueva York, Chicago, Los Ángeles, San Francisco, así también Toronto y Vancouver en Canadá, capitales de Europa y otras latitudes del mundo, sin faltar los actos de homenaje al Día de la Tierra en Latinoamérica, incluyendo, por supuesto, Bolivia, donde se rindió tributo a “Pachamama”, nuestra Madre Tierra.

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