Edgar Villanueva

Es el nombre en latín de una falacia que se comete cuando a través de una prueba insuficiente se llega a una conclusión general. El ejemplo más sencillo de este tipo de argumentación es la siguiente: las aves vuelan, el avestruz es un ave, por lo tanto, vuela. Es importante señalar que, para producir dicha falacia, se debe llegar a una conclusión a través de una generalización apresurada o tras haber basado nuestro argumento en una muestra sesgada. Este tipo de argumentación la podemos aplicar a ambos extremos del espectro que actualmente discute las Reformas Constitucionales y pone en evidencia la falta de seriedad con la que los guatemaltecos abordamos temas tan importantes como los potenciales cambios a nuestra Carta Magna.

En un alto porcentaje de las discusiones sobre la Reforma Constitucional se utiliza la forma más sencilla de la falacia secundum quid (generalizar apresuradamente) con el afán de descalificar a todo aquel que no está de acuerdo con la Reforma: “Todos los que están en contra de las reformas son corruptos”. De manera similar, vemos argumentos falaces contra de aquellos que apoyan las reformas: “Todos los que están de acuerdo con las Reformas son socialistas”. Ambas son argumentaciones ilógicas, con poco o ningún soporte estadístico y con un alto grado de posibilidad de error.

De igual manera se utilizan argumentos con muestras sesgadas sin que nadie se pregunte sobre las mismas: “Las comunidades indígenas exigen la aprobación de la Reforma”, ¿cuáles comunidades? ¿Todas? ¿O únicamente aquellas que fueron llevadas al Congreso en apoyo de la reforma? Y lo mismo hacen aquellos que están en contra de cambiar el texto constitucional: “Los guatemaltecos exigimos que se respete el texto constitucional”, ¿cuáles guatemaltecos? ¿Todos? ¿O únicamente aquellos que se presentaron a oponerse? Es posible que estas muestras sesgadas no sean malintencionadas, pero, en cualquier caso, no ayudan a una discusión seria.

Y son precisamente discusiones serias las que los guatemaltecos no queremos tener. Nos resistimos a tener argumentaciones científicas, técnicas, estadísticas y basadas en hechos y siempre nos falta rigor en la construcción de nuestros argumentos. Preferimos un argumento con mucha pasión (“¡en Guatemala la seguridad cada vez está peor!”) a uno cierto y estadístico (“en Guatemala los homicidios han ido bajando constantemente desde 2009”).

En la discusión de las reformas no podemos fallar y tenemos la obligación de emitir opiniones y argumentos bien fundamentados en torno a las mismas. No tenemos que aceptar lo que la Secretaría Técnica presentó, pero tenemos harta obligación de alejarnos de los argumentos falaces para oponernos a dicha propuesta. Tampoco tenemos que aceptar lo que pretenden los diputados, pero somos responsables de proponer la alternativa a no aprobar las reformas. Las falacias solamente sirven para los followers y para los likes, si queremos fortalecer nuestro Sistema Judicial debemos ser rigurosos con la discusión de la reforma constitucional y alejarnos de los vende humo (en ambos extremos) que con sus falacias lucran con la necesidad del pueblo.

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