Juan Francisco Reyes López
jfrlguate@yahoo.com

No es la primera vez, y me temo que tampoco será la última que, con la vivencia y experiencia que poseo, le señalemos al Congreso de la República, a la totalidad de sus  diputados, al Ministro de Economía, viceministros y a otros ministros como los de Energía y Agricultura, así como al Procurador de los Derechos Humanos que en nuestro país no se ha normado suficientemente para garantizar los derechos, las obligaciones que protejan a la gran mayoría de la población del país, que son los consumidores.

Guatemala no es el único país en el que se ha desarrollado toda una estrategia, por parte de los productores y/o proveedores de servicios, que solo obra a favor del empresario o inversionista y nunca hacia su cliente consumidor.

Los abusos se dan día a día, en muchos órdenes, y las compensaciones brillan por su ausencia.

Recientemente una de las líneas aéreas más grande del mundo, en Estados Unidos de Norteamérica, decidió, después de haber abordado y cerrado su vuelo, que cuatro pasajeros deberían descender y esperar un siguiente vuelo para así ellos poder trasladar a cuatro de estos empleados que era necesario, según su punto de vista comercial.

Ofrecer una compensación para aquellos que voluntariamente se bajen del avión y al no lograrlo llegar al extremo que varios agentes de seguridad tomaron a una persona, la golpearon, la arrastraron, le quebraron la nariz y la sacaron del avión por no haber consentido dejar su espacio de forma voluntaria.

Los contratos de transporte aéreo, terrestre y marítimo, normalmente son contratos de relevo en el que lo que sí está muy caro es el valor que se paga por el pasaje, no está determinado; de igual forma, cuáles son todos los derechos a favor del consumidor, ni cuáles son las acciones que la línea aérea pueda ejercer en relación al pasajero y su equipaje.

En América Latina cada día más las líneas aéreas son privadas y se integran de una u otra forma para bajar costos, para aumentar oferta y para utilizar al máximo sus aparatos.

El caso más reciente que afecta a Guatemala es “Avianca”, que no es sino el producto de la fusión de esa línea colombiana con Taca, “Transportes Aéreos Centroamericanos”.

Esta unión no ha rebajado el precio de los boletos o de la carga, tampoco se puede decir que el servicio a bordo haya mejorado, lo que sin duda alguna sí se ha producido es un aumento de ingresos de utilidades para quienes quedan como únicos dueños.

Qué pasó con las líneas aéreas de Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Panamá, durante la gestión de esta fusión, qué ganó el Estado, que en el caso de Guatemala continua siendo condueño de Aviateca, qué ganó  el país aumentando secuencias o simplemente perdimos el valor total o parcial de las acciones del pasivo laboral de esta empresa, qué ganó el personal que durante tantos años mantuvo vivo a Taca y a Aviateca y fue sustituido por personal colombiano.

Si una persona contrata un pasaje adquiere el derecho de ser transportado, él y su equipaje, el día y la hora en que se convino y si por cualquier circunstancia el vuelo se retrasa se suspende o se cambia, el usuario consumidor debe ser económicamente compensado, ya no digamos si el vuelo fue sobrevendido.

¡Guatemala es primero!

Artículo anteriorEl antejuicio protege la impunidad de los políticos, en el poder
Artículo siguienteGuatemala tiene la obligación moral de rechazar otra intervención estadounidense en América Latina