Javier Monterroso

La reciente encuesta de Borge y Asociados reproducida parcialmente en el medio digital Nómada contiene datos importantes, pero también muy preocupantes en relación a la percepción de los guatemaltecos sobre la justicia y la política; uno de los que más me alarma es que aunque los encuestados manifiestan querer ayudar en mejorar el país también dicen desconfiar profundamente de los políticos, del Congreso de la República y que no quisieran afiliarse a un partido político.

Primero aclaremos conceptos: la política es el arte del poder público, de cómo obtenerlo y ejercerlo, el político por definición es aquella persona que aspira a ocupar un cargo de poder público en el gobierno, para lo cual se presenta en las elecciones e intenta convencer a los ciudadanos de que él es el más indicado para representarlo y que voten por él, los partidos políticos son los instrumentos por medio de los cuales los políticos llegan al poder, en todas las democracias el poder, los políticos, las elecciones y los partidos van de la mano, es la legitimidad del voto de los ciudadanos en las elecciones lo que permite a los políticos ejercer el poder para aprobar leyes, políticas públicas y hacer cambios.

Lo que muchos guatemaltecos han venido haciendo desde el 2015 es opinar, criticar y las menos de las veces proponer en las redes sociales, eso no es hacer política, es ejercer el derecho a la libre emisión del pensamiento; salir a manifestar a una plaza incluso cuando se pide la renuncia de un funcionarios no es hacer política sino ejercer el derecho a manifestarse, estas acciones aunque son loables y positivas son de alcance muy limitado para cambiar la realidad, solo si se participa activamente en política se puede cambiar el estado de las cosas.

La satanización de la política y de los políticos es uno de los peores errores en que puede incurrir la sociedad, y aunque se comprende la frustración y el enojo hacia aquellos que han traicionado la confianza de los que votaron por ellos y convirtieron al Estado en un botín personal, también hay cientos de personas que hacen política con la mejor intención de ayudar al país.

Es frustrante que el participar o haber participado en política lejos de ser una virtud se convierta en un impedimento para aspirar a ciertos cargos públicos, o incluso en la iniciativa privada y organizaciones que supuestamente impulsan los derechos humanos para elegir o nombrar cargos se privilegie a personas con menos capacidad, pero que no cometieron la imprudencia de hacer política.

Creo que Guatemala necesita una profunda transformación, pero pretender que con más casos penales se va a lograr esto es iluso y peligroso, el sistema de justicia no es un motor de cambio sino solamente corrige los excesos y errores del sistema depurándolos, la única vía legítima para hacer esos cambios que el país necesita es a través de la política, así que si de verdad quieren mejorar Guatemala es hora de involucrarse en un partido político o formar uno nuevo.

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